El Traslado de Cristo de Rafael
Estamos ante un óleo pintado sobre madera de dimensiones considerables (184 x 175 cm). Y aunque hoy en día se expone de forma individual en la Galería Borghese de Roma, originalmente esta tabla de Rafael fue concebida como parte de un retablo posiblemente más amplio.
Tratada así de forma aislada, se puede considerar una buena muestra de la pintura clásica que representa este artista del Renacimiento. Algo que se manifiesta en el equilibrio y armonía de todo el conjunto, basado en la composición de la escena organizada a partir de la figura de un triángulo. En ese triángulo se integran las principales figuras de la escena, las que sostienen el cuerpo inerte de Cristo.
Otra característica que llama la atención es la portentosa monumentalidad que le sabe dar a todas y cada una de los personajes que integran la escena.
Pero hay que imaginarse la obra dentro de un conjunto más amplio que sería el retablo Baglioni, encargado en 1507 por Atalanta Baglioni en memoria de su propio hijo asesinado. De esta manera, el rostro de la Virgen, que se desmaya en el lado derecho de la tabla al ver el acerca al cuerpo sin vida de Jesús, debía reflejar el dolor de la encargante.
En realidad, cada rostro está trabajado con esmero por el artista. Son caras que muestran todas las expresiones de dolor: la desesperación, la contención, las miradas absortas y las más dolorida y llorosas. Hay todo un tratamiento sobre la materia a lo largo de las secuencia.
Lo bueno de este cuadro es que también se han conservado hasta 16 bocetos preparatorios salidos de la mano del Divino Rafael, tal y como se le conocía en la época. De manera que casi tenemos todo el ciclo creativo del artista. En ese proceso vemos que desde el momento inicial contó con una composición triangular básica para la escena del traslado. Por el contrario la relación entre ese Traslado de Jesús y la escena del Desmayo de la Virgen que tan importante era para la mujer que le encargaba el trabajo, va teniendo distintos planteamientos en los bocetos. E igualmente en la sucesión de dibujos previos también se aprecia cómo va cambiando ciertas figuras, e incluso sus proporciones dentro el conjunto.
En definitiva, esta obra, sin ser de las mejores del autor para los críticos de arte, sí que es todo un tesoro al poderse estudiar como final de un largo proceso creativo, en el que sabemos que el artista invertía mucho tiempo y unos dibujos que son verdaderos tesoros para los estudiosos.