La disputa del Sacramento de Rafael
Esta pintura mural de Rafael forma pareja con una de las obras más destacadas del autor. Su famoso fresco de La Escuela de Atenas. Y es que ambas pinturas ocupan uno de los espacios bajos los arcos de la Estancia de la Signatura de los Palacios Vaticanos. Unas imágenes que el artista hizo a partir del año 1509.
En realidad todo forma parte de un amplio ciclo pictórico inspirado en el objetivo de exaltar los conceptos de bien, verdad y belleza.
La verdad está representada mediante esta escena de la Disputa del Sacramento y la Escuela de Atenas que se sitúa precisamente en una arcada de enfrente. Mientras que el bien serían la pintura que representa a las Virtudes cardinales, que se acompañan tanto de las leyes canónicas como de las civiles. Y por último la representación de la belleza viene dada por la imagen del Parnaso en otro de los laterales de la sala.
El encargante fue el Papa Julio II. Este pontífice, entre otras cosas, ha pasado a la historia por sus trifulcas en los encargos que hizo a Miguel Ángel, desde su tumba hasta los frescos de la bóveda de la Capilla Sixtina. Pero lo cierto es que encontró en Rafael un estupendo colaborador para materializar los encargos que habían de plasmar las nuevas ideas del Renacimiento en una institución tan conservadora como la Iglesia Católica.
Por cierto, Rafael estaba pintando en los Palacios Vaticanos su obra de la Estancia de los Signatura al mismo tiempo que Miguel Ángel trabajaba en el techo de la Sixtina. Ambas obras geniales de la historia de la humanidad, en el mismo momento y lugar.
Rafael volcó en esta creación mucho trabajo en infinidad de bocetos y cartones, pero también muchas horas de reflexión sobre su oficio y sobre las cuestiones que iba a pintar. Y aunque de todo el conjunto seguramente lo más renombrado es la Escuela de Atenas, es muy interesante comparar ambos frescos.
En la Escuela nos presenta una estructura monumental de corte arquitectónico. En cambio en la Disputa el montaje sigue siendo monumental, pero aquí lo construye con los propios personajes que crean la escena. Tanto en la parte celestial como en la terrenal
En la superior está Cristo en el centro, así como la Virgen, San Juan Bautista, los Apóstoles y los Mártires. Todo gobernado desde arriba por la figura de Dios y sostenido por las nubes y la representación del Espíritu Santo.
Mientras que en la zona inferior, el centro es la Hostia en un altar. Y a sus lados se dispone los Doctores de la Iglesia, infinidad de santos entre los que no faltan San Francisco, Santo Domingo, Santo Tomás de Aquino o San Buenaventura. Además de florentinos ilustres como Dante o Girolamo Savonarola.
En definitiva, una número altísimo de personajes, lo cual no implica que el pintor no los presente a todos ellos con detalles precisos y una enorme gama de gestos, posturas y fisionomías.