El Parnaso, Rafael
El Parnaso es una obra del pintor renacentista Rafael de Sanzio, se trata de uno de los frescos que decoran las Estancias Vaticanas, una serie de habitaciones situadas en el segundo piso del Palacio del Vaticano. Cada uno de los frescos de las Estancias destaca por su cuidada composición y algunos de ellos como el de La Escuela de Atenas, se han llegado a convertir en iconos de la pintura Renacentista.
Rafael de Sanzio o de Urbino como también se le conoce, (1483 – 1520) es una de las figuras artísticas más relevantes del Renacimiento. Descendiente de una familia de artista se quedó huérfano a muy temprana edad, formándose en el taller de distintos artistas de su época. Sin embargo la calidad de su trabajo hablaba por sí misma y cuando el artista tan solo contaba con veinticinco años fue llamado a Roma para decorar las Estancias Vaticanas, una obra que le consolidaría como uno de los grandes pintores de su tiempo y le otorgaría una gran fama.
La decoración de las Estancias Vaticanas –los apartamentos privados del Papa- fue una iniciativa del pontífice Julio II que posteriormente continuó su sucesor el Papa Leon X. Rafael intervino en la decoración de los frescos entre los años 1508 y 1524 decorando, con la ayuda de sus ayudantes, al menos cuatro salas completas cada una de las cuales contaba con frescos en las cuatro paredes y la bóveda.
El fresco del Parnaso se encuentra en la primera Estancia conocida como Estancia del Sello, junto con los frescos de La disputa del Sacramento, La Escuela de Atenas o las Virtudes Cardinales. En él Rafael representa a algunos de los poetas más destacados de todos los tiempos situándolos en el Monte Parnaso, lugar donde habitan las musas. En el centro de la composición aparece el dios de la poesía Apolo, que sostiene una viola; parece ser que el artista representó el rostro del Pontífice Julio II en la figura del dios.
En torno al dios, aparecen nueve de las musas más importantes, cuatro aun lado y cinco al otro. Así mismo el artista representó a nueve poetas de la Antigüedad Clásica y otros nueve poetas Contemporáneos; los literatos se entremezclan entablando animadas conversaciones entre ellos y ajenos a la música del dios. No resulta fácil identificar a todos y cada uno de los poetas representados, aunque sí sabemos la identidad de algunos de ellos como Dante, Homero, Petrarca… El propio Rafael se representó a sí mismo en uno de estos poetas. También aparecen dos figuras desconocidas que los historiadores del arte han identificado como dos poetas del futuro que acuden para juzgar la poesía del pasado.
Sea como fuere, lo cierto es que el artista ha desarrollado una interesante composición situando a los poetas en semicírculo como si cada uno de ellos formase el marco de la composición. Sus posturas son muy variadas con potentes escorzos que nos hablan del dominio técnico del artista, de la misma manera Rafael ha logrado captar la personalidad de los múltiples personajes con variados gestos que potencian la individualidad.