Retrato Julio II, Rafael de Sanzio
El retrato de Julio II es una de las obras que más influencia ha tenido a lo largo de la historia del arte, el lienzo fue realizado por uno de los artistas claves del renacimiento italiano Rafael de Urbino (1483 – 1520).
La influencia de la aproximación innovadora de Rafael a la retratística se extendió más allá de su tiempo, influenciando a artistas posteriores como Miguel Ángel y Ticiano. Su capacidad para capturar la profundidad psicológica y el carácter individual en sus retratos inspiró a una amplia gama de pintores del Renacimiento tardío, quienes incorporaron sus técnicas para mejorar la expresión emocional en sus propias obras.
Rafael de Urbino o Rafael de Sanzio como ha pasado a la historia es una de las figuras más relevantes de periodo renacentista. Nacido en la localidad de Urbino son pocos los datos que tenemos de su primera época, el artista nació en una familia inclinadas a las artes, su padre se había convertido en un pintor de cierto prestigio en la zona y podría haber sido con él con quién Rafael comenzara su formación. Con todo, parece ser que el de Urbino pudiera formarse en el taller de Perugino para trasladarse posteriormente a Florencia epicentro del arte quattrocentista. Hacia 1508 su trayectoria es tan relevante que el artista es convocado por el Pontífice de Roma en el Vaticano, Julio II le encomienda la decoración de las Estancias Vaticanas, un conjunto de habitaciones dispuestas en el palacio papal. El pontífice se muestra satisfecho con el trabajo de Rafael, muestra de ello es el hecho de que desde la muerte de Bramante el de Urbino pase a convertirse en el arquitecto encargado de la construcción de la Basílica de San Pedro y el pintor del Pontífice.
Además de sus contribuciones pictóricas, Rafael desempeñó un papel significativo en la arquitectura de la Ciudad del Vaticano, colaborando en la ampliación de los planos de la Basílica de San Pedro. Este encargo reflejó la confianza que Julio II tenía en él, consolidando su estatus como uno de los artistas más influyentes en la corte papal y en el mundo renacentista.
En este contexto el artista realiza entre 1511 y 1512 un espléndido retrato del Papa que por su innovación sentará las bases de la tipología de un nuevo retrato papal. Hasta entonces ningún artista había representado al obispo de Roma sedente, Rafael opta por un sencillo retrato de pequeño o medio formato – tan sólo un metro de alto y ochenta centímetros de ancho- que muestra al papa sentado y cabizbajo, sumido en sus pensamientos y preocupaciones.
Rafael aplicó el uso del claroscuro para destacar la figura del Papa Julio II, creando un efecto tridimensional que potencia su presencia en el lienzo. La utilización de la luz y la sombra no solo aporta volumen, sino que también enfatiza las texturas y los detalles de las telas, añadiendo una dimensión táctil a la obra, lo que permite al espectador apreciar la riqueza y el matiz de los tejidos pintados.
Se trata por lo tanto de un retrato intimista pero a la vez psicológico, por todos era conocido el genio y carácter del pontífice que pese a sus muchas preocupaciones aún trasmite en la obra de Rafael.
En el fondo se dispone un amplio cortinaje de color verde que resalta la figura papal y la dota de gran volumen. Especial cuidado puso el artista en la representación de la calidad táctil de las telas contrastando los tejidos y en la sedosa barba que luce el pontífice.
Parece ser que el retrato de Julio II fue encargado por el mismo pontífice junto con el óleo de la Madonna del Loretto, ambos se guardaron en la iglesia de Santa Maria del Popolo donde se reservaban para su exhibición los días de fiesta debido a la gran aceptación por parte del público que ambos tuvieron.
El «Retrato de Julio II» fue recibido con elogios durante el Renacimiento por su innovadora presentación del Papa. Contemporáneos de Rafael admiraron su habilidad para capturar no solo la semejanza física, sino también la autoridad espiritual del pontífice, haciendo de esta obra una pieza maestra que redefinió la retratística papal.
Las numerosas copias que surgieron entre los discípulos y admiradores de Rafael hizo que durante mucho tiempo no se conociera con exactitud donde se encontraba el retrato original, estudios realizados ya en pleno siglo XX parecen identificar que el retrato original se encuentra en la National Gallery de Londres y no en la Galería de los Uffizi como se venía pensando hasta entonces.
La pinacoteca de la National Gallery de Londres alberga actualmente el «Retrato de Julio II», donde se ha sometido a varios estudios de conservación. La obra es de gran interés tanto para historiadores del arte como para el público en general, al ofrecer una ventana tangible a las ricas prácticas artísticas de Rafael y su contexto histórico.