La Dama del unicornio de Rafael
Durante muchos años esta tela que cuelga en las salas de la Galería Borghese en Roma fue atribuida al pintor Perugino. De hecho este artista fue el maestro de Rafael, y hay varias obras en las que se dudado de la autoría de uno o de otro, como por ejemplo ocurre en la obra de Jesús saliendo del sepulcro, que aún siendo del Perugino, durante un tiempo se atribuyó a Rafael.
Volviendo a la Dama del Unicornio, estamos ante un cuadro que haría Rafael entre el 1505 y 1506, y desde luego queda bien palpable que hay otra gran influencia en esta obra, ni más ni menos que la Gioconda de Leonardo.
Vemos a una figura femenina que sostiene en la falda un unicornio, un animal fantástico que tradicionalmente ha sido símbolo de castidad e inocencia. Y es en la disposición de la figura donde se puede ver la influencia de Da Vinci, ya que sitúa a la dama en una postura muy similar a la Mona Lisa, y también en un primerísimo plano ante un fondo que es un amplio paisaje, visto entre los fustes de dos columnas, que enmarcan a la perfección la escena.
La obra ha sido restaurada y estudiada en profundidad. De hecho, en los tiempos en que se atribuía a Perugino tenía un aspecto diferente, tanto que en vez del unicornio, se veía una rueda, por lo que se identificaba con Santa Catalina y su martirio, y con esa alusión a la santa y a ese pintor aparecía en documentación histórica. Sin embargo, a comienzos del siglo XX, se descubrió que debajo de esa rueda estaba pintado el unicornio que vemos hoy. E incluso, ese unicornio originalmente fue un perrito que Rafael modificó.
Aparte de eso, la obra es todo un tratado sobre el modo de pintar de Rafael. Aquí vemos su extraordinaria capacidad para pintar una absoluta armonía entre la forma y el color, una conjunción de tonos que es uno de los elementos definitorios de este gran pintor del Renacimiento.
Al contemplar el cuadro, inmediatamente nuestra vista se dirige hacia los ojos de la retratada, cuya identidad sigue siendo a día de hoy un misterio. Aunque se piensa que posiblemente fuera alguna de sus amantes, ya que este pintor pese a su corta vida tuvo una intensa vida amorosa, y también sexual. De hecho, siempre se especuló con que su temprana muerte se debiera a algún contagio sexual. Pero más allá de la identidad de la retratada, lo que es realmente impresionante, es que esos ojos parecen mirarnos también a nosotros, y lo hacen aunque cambiemos de posición. Su mirada parece buscarnos.