Jesús saliendo del sepulcro del Perugino
Esta obra en la actualidad se conserva en la Galería Nacional de Umbría situada en Perugia, si bien su origen hay que buscarlo en el Palacio de los Priores de la misma ciudad, donde el pintor la realizó formando parte de la llamada Pala dei Decemviri, de hecho era la cumbrera de esta gran pieza artística de esta capilla privada.
Una obra que el Perugino hizo aproximadamente hacia el año 1495, si bien es cierto que tardó bastante en cumplir con un encargo que había recibido unos 12 años antes.
Obviamente el Perugino es de la ciudad de Perugia, y su nombre real era Pietro Vannucci (1446 – 1523) y allí realizó gran parte de sus obras, aunque también trabajo mucho en Roma o Florencia. Sin embargo siempre volvía su ciudad, y allí pintó esta especie de retablo privado para los priores que fue desmembrado en el año 1797, cuando las tropas napoleónicas se lo llevaron al Louvre (si bien en la actualidad está en los Museos Vaticanos), dejando la pieza cumbrera en el propio palacio con su marco original, con el que se sigue exponiendo hoy en día.
Esta tabla pintada al temple se puede decir que es una obra maestra del Perugino a la altura de otras como sus sorprendentes trabajos en la Capilla Sixtina del Vaticano. Y es que no hay que olvidar que este artista tuvo mucho éxito en su época y fue el maestro del gran Rafael.
De hecho, ha habido autores en el pasado que al referirse a esta tabla se la atribuían a Rafael. Sin embargo, hubiera sido una auténtica proeza inconcebible que un niño, aunque superdotado para la pintura como Rafael Sanzio, fuera capaz de pintar esta obra.
En la tabla vemos a Cristo saliendo del sepulcro y mostrándonos sus manos con las heridas sufridas en la Crucifixión. Una imagen realmente conmovedora en la que llama la atención su técnica. La figura de Jesús emerge de la densa oscuridad del fondo y domina tota la superficie de la tabla con su cuerpo luminoso, que forman un triángulo casi perfecto ocupando el centro de la imagen.
Un tratamiento de colores sumamente diferente a lo que es habitual en il Perugino, el cual se suele decantar más por las tonalidades claras y los contornos un tanto difusos. Sin embargo, nos presenta una imagen radicalmente opuesta, lo que nos habla de su versatilidad y la calidad artística de este pintor, a veces infravalorado y a la sombra de los grandes gigantes del Renacimiento.