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Aparición de la Virgen a San Bernardo de Perugino

Publicado por A. Cerra
Aparición de la Virgen a San Bernardo del Perugino

Aparición de la Virgen a San Bernardo del Perugino

El artista italiano Pietro Perugino (1446 – 1523) aparece siempre en los tratados de la Historia del Arte por un motivo. Por haber sido el maestro del gran Rafael Sanzio, quién comenzó a trabajar de aprendiz en su taller de la ciudad de Peruggia.

No obstante, el Perugino fue un artista de gran talla, aunque evidentemente eclipsado por sus gigantes contemporáneos, ya que coincidió en el tiempo no solo con su alumno Rafael, sino con talentos de la talla de Leonardo, Miguel Ángel y Tiziano. Pero lo cierto es que el Perugino fue un pintor de reconocido talento y por eso no le faltaron encargos a lo largo de su vida, de ahí que contará con un taller de aprendices y colaboradores que le ayudaran a sacar adelante esos encargos.

Sobre todo su capacidad artística era muy valorada para la representación de escenas de carácter religioso, para lo cual era muy apreciado su modo de pintar suave y devoto, con el que sabía plasmar cuestiones típicas de la pintura del Renacimiento como eran la representación de la profundidad y la composición dominada por la armonía.

Al mismo tiempo que había asimilado técnicas como el sfumato de las grandes obras de Leonardo da Vinci, como es la Gioconda. Y sabía presentar a sus personajes con rotundidad pero sin una apariencia rígida.

Un buen ejemplo es este cuadro titular que nos presenta la Aparición de la Virgen a san Bernardo. Se trata de una composición sumamente sencilla, en la que el tema del cuadro es que simplemente el santo levanta la cabeza de su libro y de pronto descubre la presencia de la Virgen María ante él. Todo en el cuadro se basa en la geometría y en la simetría, y sin embargo toda esa estructura compositiva no proporciona sensación de rigidez. Todo lo contrario, esa composición busca principalmente la armonía en la escena, pero es capaz de proporcionarle a cada personaje su espacio.

Sin embargo, ese logro lo consiguió a costa de sacrificar la reproducción fidedigna de la naturaleza tal y como buscaban los preceptos del arte del Renacimiento. Por ejemplo, si se observan sus ángeles, se puede ver que todos ellos responden a un estereotipo que el artista va repitiendo con escasas variaciones. De hecho, Perugino creó un modelo de belleza para este tipo de personajes que no solo repitió en esta obra, sino en otras muchas salidas de su taller.

Si valoramos el conjunto de su elevado número de obras, se le puede tildar de repetitivo y es entonces cuando se aprecia el trabajo de todo un taller que tenía que realizar muchas, pero que muchas obras. No obstante, hay que tener en cuenta que las obras del Perugino se creaban para emplazamientos concretos en distintas iglesias y no tenían que ser contempladas unas junto a otras, y además su estilo gustaba mucho a sus encargantes. Por ello no es criticable en absoluto. Y además siempre habrá que valorar que el paso de Rafael por un taller tan productivo como éste, fue tremendamente importante para su posterior carrera artística.