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Jesús entre los maestros de Durero

Publicado por A. Cerra
Jesús entre los maestros de Durero

Jesús entre los maestros de Durero

Esta tabla realizada por el pintor alemán Albert Durero en 1506 se conserva en el museo Thyssen Bornemisza de Madrid. La pintó durante su segundo viaje a Venecia, como él mismo lo indica en una carta, en la que también de muestra enormemente orgulloso del resultado final de esta obra y otra contemporánea titulada la Fiesta del Rosario que salvaguarda en la actualidad el museo de Praga, incluso llega a decir textualmente que “… nunca he hecho nada semejante”.

La escena nos muestra un episodio del joven Jesucristo que está relatado en el Evangelio de San Lucas. En él se cuenta que María y José andan buscando angustiados a Jesús por las calles de Jerusalén y finalmente lo encuentran en el templo atendiendo a los doctores de la Escritura y discutiendo sobre cuestiones teológicas con ellos.

Desde un punto de vista pictórico, la composición que usa para construir la escena es típicamente italiana, sobre todo muy propia de Leonardo da Vinci. Todo se plasma de un modo muy claro y algunos de los rostros tienen cierto toque casi caricaturesco. Además también emplea la técnica de Leonardo del sfumato en algunos de los volúmenes.

Si bien también se pueden observar detalles más próximos a la tradición artística del centro de Europa que por aquellos años todavía era muy del gusto gótico. A ello se debe que los personajes parezca que están fluctuantes en el espacio y dispuestos de un modo escalonado, sin tan apenas recurra al empleo de la perspectiva.

Todos ellos parecen formar un anillo simbólico que se desarrolla a partir de las cuatro manos que configuran el centro de la imagen. Unas manos muy dinámicas, expresivas y que simulan movimiento, con lo cual el autor quiere dejar claro que en ese momento los personajes están discutiendo y argumentando fervientemente sus razonamientos y creencias. Y la misma actitud que vemos en esas manos se traslada a las poses de las figuras.

Si hay detalles propios de haber visto las obras de Leonardo, lo cierto es que Durero durante sus viajes a Italia fue modelando su propio lenguaje expresivo especialmente influenciado por Giovanni Bellini y Andrea Mantegna. Tras conocer las obras de estos dos pintores renacentistas, paulatinamente va otorgando una mayor ligereza a sus figuras, gracias a unos contornos muy fluidos y unas formas anatómicas rítmicamente suavizadas que evitan la sensación escultórica que poseían algunas obras anteriores.

Para ello basta comparar esta tabla de Jesús entre los maestros con otra anterior como la de la Adoración de los Reyes Magos, donde las formas son mucho más pesadas. En esta última, la rigidez de las figuras y la densidad de los detalles contrastan con la ligereza y la simplicidad de la composición en «Jesús entre los maestros».

En definitiva, el conocimiento del arte italiano fue muy importante en la evolución de la pintura de Durero, ya que lo que él buscaba era conciliar su fantástico mundo interior con el lenguaje plástico renacentista. Y sobre todo estaba un tanto obsesionado por el tema de la lógica de los números y las proporciones, tema sobre el cual llegó a escribir tratados.

Además de su habilidad para combinar diferentes estilos y técnicas, Durero también destacó por su capacidad para capturar la profundidad emocional de sus sujetos. En «Jesús entre los maestros», por ejemplo, se puede percibir la intensidad de la discusión teológica a través de la expresividad de las manos y los rostros de los personajes. Esta habilidad para transmitir la emoción humana es una de las características que hacen de Durero un maestro del Renacimiento.

Además, Durero también fue un innovador en el uso de la luz y la sombra para crear profundidad y volumen en sus pinturas. En «Jesús entre los maestros», se puede apreciar cómo utiliza la luz para destacar a Jesús y a los doctores de la Escritura, mientras que las sombras ayudan a crear una sensación de profundidad y tridimensionalidad en la escena.

La influencia de Durero en el arte europeo es innegable. Su habilidad para combinar diferentes estilos y técnicas, su atención al detalle y su capacidad para capturar la profundidad emocional de sus sujetos han hecho de él uno de los grandes maestros del Renacimiento. Su obra «Jesús entre los maestros» es un claro ejemplo de su maestría y su innovación artística.