Virgen amamantando al Niño Jesús de Tiziano
Esta tierna imagen religiosa la realizó Tiziano Vezellio al final de su larga vida, concretamente entre los años 1570 y 1576, fecha de su muerte. Y no se sabe si fue algún encargo concreto o la pintó por simple placer y devoción, ya que fue hallada en su estudio tras su fallecimiento. Hoy en día este óleo pintado sobre lienzo es propiedad de la National Gallery de Londres.
Si se compara esta imagen con otras obras anteriores tanto de carácter religioso como la Asunción de la Virgen como de otras temáticas, como podría ser su maravillosa Venus de Urbino, se puede apreciar que al final de su vida, la pincelada de Tiziano es mucho más suelta. Un momento en el que el artista había alcanzado las mayores cotas de prestigio, y ya había retratado a los grandes hombres de su tiempo como el Emperador Carlos V, y por lo tanto trabajaba con enorme libertada y no le preocupaba ya tanto la descripción de la realidad.
Aquí vemos como el pintor veneciano había alcanzado ya toda su maestría con los pinceles, y nos muestra un toque de lo más suave y sensible, además de su exquisito dominio de los colores. Es como si las manchas de óleo acariciaran el lienzo con las cálidas tonalidades terrosas que predominan entre las que destaca la frialdad del tamizado azul del vestido de la Virgen, dominado por el pañuelo rojo sobre los hombros.
Toda la escena parece envuelta en una atmósfera neblinosa, y aún así se intuye la sofisticada calidad de la forma de las figuras situadas sobre el fondo negro.
Eso en cuanto al pincel y los colores, pero también es muy interesante apreciar la composición de la imagen. Todo se construye formalmente a partir de planos. Son planos articulados de gran robustez, al mismo tiempo que poseedores de la máxima sensualidad. A modo de ejemplo, se puede observar el plano de forma rectangular con sus cantos redondeados que representa la luz proyectada sobre la superficie del hombro desnudo del niño, que se abalanza sobre el seno de su madre para alimentarse. Un plano muy claro que contrasta más aún por la masa oscura del cabello del niño.
En definitiva, esta imagen de Tiziano es una de sus creaciones más exquisitas y personales, y en ella se resume su pensamiento más personal sobre el oficio de pintor. Del cual decía que ante todo era una profesión que requería no solo maestría con los materiales y el instrumental, sino que era especialmente necesaria la paz mental para crear imágenes hermosas, sensuales y capaces de transmitir su mensaje.