La Virgen María castigando al Niño Jesús delante de tres testigos de Max Ernst
El arte surrealista y su peculiar ramificación del Dadaísmo tuvieron mucho de provocación. Era indudable que pintores como Salvador Dalí con obras como El Gran Masturbador o creadores como Marcel Duchamp y el urinario más famoso de la historia, fueron grandes agitadores de las mentes biempensantes. Y su arte sin duda alguna tenía mucho de espectáculo.
Algo que también podemos aplicar a otro de los grandes artistas del momento, el alemán Max Ernst, que aunó en muchas de sus obras, como en las Pléyades, características del Surrealismo y del Dadaísmo, y que por lo tanto lo podemos considerar un provocador nato.
Solo así se entiende este cuadro de 1926 titulado explícitamente La Virgen María castigando al Niño Jesús delante de tres testigos. Un óleo que para los más devotos creyentes y ortodoxos, sin duda alguna era una verdadera blasfemia. Durante siglos la Virgen había sido el trono y la madre de Jesús, una iconografía que se remonta a la Edad Media .y que ha pasado por obras maestras de pintores como Van Eyck o Rafael.
Y de pronto Ernst con toda su irreverencia nos plantea esta imagen, en la que la Virgen le da dado la vuelta a su hijo y está dándole unos cachetes en el culo. Y a juzgar por la gestualidad, no son caricias, sino golpes fuertes que están dejando colorados los glúteos e incluso la violencia de la escena ha hecho que el halo del niño se haya caído al suelo.
Una escena escandalosa desde luego, pero que hoy cuelga sin problema alguno en el Ludwig Museum de la ciudad alemana de Colonia. Y aunque pudiera levantar la polémica en su tiempo, desde luego que el autor estaba muy orgulloso de pintarla, tanto que hasta se autorretrató mirando la escena por la ventana en compañía de otros dos artistas surrealistas: André Breton, ideólogo del grupo, y el poeta Paul Éluard.
Los tres observan la escena y con ello parece decirnos Ernst que seguramente Jesús antes de convertirse en el Mesías, sin duda haría travesuras y enfadaría a su madre, como hemos hecho todos. Algo que parece obvio, pero que no impidió que esta imagen se tachara de blasfema. A lo cual ayudó que Max Ernst fuera capaz de mantener algunos de los rasgos más definitorios de los cuadros históricos de Madonnas, como por el ejemplo que el Niño vaya desnudo o que María vista ropas azules y rojas.
Por otra parte, hay quien dice que Ernst conocería los evangelios apócrifos donde se cuenta la infancia de Jesús y las travesuras que cometía aprovechando su carácter divino. Sin embargo, pese a que el pintor se educó como parte de una familia católica, no está comprobado que conociera aquellos relatos tan desacreditados por la Iglesia.