El gran masturbador, Dalí
El gran masturbador es una obra surrealista realizada en óleo sobre lienzo por el artista español Salvador Dalí en 1929 como aparece firmado y fechado en la zona inferior izquierda del cuadro.
Dalí es el artista español que mejor representó la estética surrealista surgida en Francia en torno a 1924 de la mano de André Bretón; el movimiento surrealista se caracteriza por continuar la provocadora senda que iniciara el dadaísmo con representaciones -a priori- carentes de sentido. Los surrealistas sacan a la luz sus sueños y sentimientos más íntimos, un mundo onírico difícil de entender pero que pretende expresar los pensamientos de los pintores, escultores o escritores que participaron de esta corriente, más que artística cultural.
La obra de Dalí fue pintada en el mismo año en el que el artista comienza a acercarse al movimiento surrealista. Fue realizada con motivo de su primera exposición individual en la galería parisina Goemans y apareció bajo el título Visage du grand masturbateur.
Dalí representa un enorme rostro amarillento de larguísimas pestañas y cuya prominente nariz toca el árido terreno. En lugar de boca la enorme cabeza tiene una langosta de cuyo interior manan hormigas; la zona del cuello está ocupada por las formas de una incipiente arquitectura que a medida que ascendemos se convierte en el busto de una mujer que se acerca a una zona genital masculina.
La obra aparece dividida en dos zonas desiguales por la línea del horizonte, el cielo azul claro ocupa la mayor parte de la obra mientras que el terreno representado, seco y sin vida, es una parte más pequeña. En la zona inferior vemos personajes aislados del grupo principal: una pareja que se abraza, un hombre que deambula solitario y por último un hombre con un niño.
Tradicionalmente se ha interpretado la obra de El gran masturbador como un autorretrato de la propia sexualidad del artista, las controversias en torno a la sexualidad del artista resultan evidentes a lo largo de su vida y, aunque Gala fue sin duda el amor de su vida, el propio Dalí jugaba al despiste con su sexualidad.
Aún así el programa iconográfico de El gran masturbador es muchísimo más complejo de lo que pudiera parecer, en él aparecen elementos que remiten a la infancia del artista como las conchas o caracolas, sus miedos más profundos representados por la langosta a la que desde muy pequeño tenía verdadero pavor o la muerte referida a través de las hormigas tan comunes en las obras de Dalí.
La luz es fría e irreal distribuyéndose de manera irregular por todo el lienzo y otorgando a éste un sentido aún más onírico, y provocando luces y sombras fuertemente contrastadas. Las sombras están muy definidas y remiten al foco de luz situado a la izquierda.
El dibujo se muestra mucho más preminente que el color, las formas están bien definidas y la línea curva presenta un mayor protagonismo. Los colores son planos y brillantes con un predominio de la gama cálida y el tono amarillento.