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La tartana fantasma de Dalí

Publicado por A. Cerra

La tartana fantasma de Dalí

Salvador Dalí (1904 – 1989) pese a su carácter cosmopolita, su fama mundial y sus continuos viajes, jamás dejó de inspirarse en los paisajes de su niñez para pintar. Pintó en numerosas ocasiones los lugares de su Girona natal, desde la playa de Roses hasta Cadaqués, pasando por lugares como la llanura del Ampurdán. Precisamente ese paraje de Cataluña retrata en este lienzo del año 1933.

Se basa en el propio paisaje pero obviamente le aplica su visión fantasiosa para recrear una vista impresionante. En ella llama la atención la figura del típico carromato catalán de la época, con dos ruedas y un toldo curvo. Solo unas líneas y un color oscuro le hace destacar en ese paisaje sin vegetación y bañado con la fuerte luz del sol. Mientras que al fondo se adivina el perfil de una población, quizás Girona.

Nos plantea un juego visual, uno de los muchos que hay en la obra de Dalí donde son famosos sus experimentos de doble visión en cuadros como La metamorfosis de Narciso o Leda atómica. Si bien aquí se nos muestra muchos más sutil.

Hay que fijarse en el centro del cuadro, donde está la tartana. Aquí el cuadro parece enmarcar al cochero que conduce el carromato. Aunque quizás sea un marco para uno de los campanarios de la ciudad. No queda claro. Pero es una muestra muy elegante del tipo de alineaciones mentales y surrealistas que propone Dalí en sus obras, ya que aquí parece fundir en un mismo elemento los conceptos del viaje y del destino. Todo ello en esa peculiar fusión de realidad y de alucinación, en esa perspectiva imposible de un terreno que no es tan desértico como nos lo presenta el autor.

A partir de ahí aparecen infinidad de interpretaciones, como suele ocurrir con los cuadros de Dalí. Se habla de un espacio tan amplio como árido, que transmitiría la nostalgia de un destino lejano acogedor y familiar. También se habla de esa metamorfosis entre el cochero y el campanario para plasmar la identificación del hombre con su pueblo y su cultural. Hay naturalismo y ensoñación, realidad y ficción, incluso el título de tartana fantasma anticipa todo eso.

Hoy en día la obra es propiedad de la Fundación Gala-Salvador Dalí con sede en Teatro-Museo de Dalí en su ciudad natal de Figueras. Sin embargo no hace siempre ha estado ahí y ha tenido diversos propietario a lo largo del tiempo, entre ellos el poeta y escultor Edward James, verdadero mecenas del Surrealismo y del propio Dalí. Un personaje también muy interesante que plasmó el arte surrealista en sus propiedades como la Monkton House que tenía en el condado inglés de Sussex o en su famoso Jardín Escultórico de México.