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Retrato de Buñuel por Dalí

Publicado por A. Cerra
Retrato de Buñuel

Retrato de Buñuel

Esta tela pintada con la técnica del óleo se conserva y expone en la salas de Museo de Arte Reina Sofía de Madrid. Salvador Dalí la pintó en el año 1924 y por lo tanto está considerada una de sus grandes obras de formación y juventud, ya que por aquel entonces Dalí contaba con 20 años.

Por esos años, Dalí se había trasladado a Madrid, donde ingresó para formarse como pintor en la prestigiosa Academia de San Fernando, sin embargo dado su carácter y su comportamiento no duraría mucho allí, y en 1925 fue expulsado.

Pero aun siendo cierto que no aprovechó en exceso su fase como alumno de esta academia, la verdad es que su etapa de estancia en la capital de España le sirvió para otras muchas cosas. Durante ese tiempo se alojaba en la Residencia de Estudiantes, y allí entabló amistad con dos personajes claves para la posterior trayectoria artística del pintor. Estas figuras fueron el poeta granadino Federico García Lorca y el cineasta aragonés Luis Buñuel.

En aquel momento, llegó a Madrid todavía siendo un pintor en ciernes, con un estilo de marcada influencia impresionista, con algún que otro toque de colorido fauvista y con escenas de temática costumbrista. Sin embargo, al darse cuenta Dalí de que esas características eran precisamente las más en boga y las que más gustaban, rápidamente buscó ser más revolucionario y moderno, es decir, desde muy joven se vio el gran interés de Dalí por la innovación e incluso la polémica, casi como un acto de marketing y merchandising.

Y con ese espíritu se lanzó a un proceso en el que pretendía purificar su técnica, ganando en oficio y también en disciplina, además de abrirse a nuevas influencias como el arte cubista. De esta manera sus obras se convierten en mucho más eclécticas.

En este caso, en el retrato que realiza a su amigo Luis Buñuel, se observa como Dalí ha optado por una figura muy volumétrica, con un diseño preciso y una luz extremadamente violenta, lo que provoca casi un tono escultórico a la pintura, al mismo tiempo son elementos que de alguna forma sirven para retratar al propio Buñuel, un tipo corpulento y de bastante carácter.

Se trata de un ejemplo de cómo usa a sus amistades para que sirvan de modelo de sus obras y de sus experimentos artísticos. Y en esta ocasión fue Buñuel, con quién unos años después realizaría una de las películas surrealistas más innovadoras e interesantes de aquel momento, e incluso de la actualidad: Un perro andaluz.

En otras ocasiones, usó como modelos a su familia, como el retrato que hizo a su hermana Ana María un año después, en 1925, pero un retrato muy peculiar ya que nos la presenta de espaldas y mirando por la ventana. No obstante, esta obra, también en el madrileño museo Reina Sofía, es posiblemente su cuadro más famoso de esta época de formación y donde vemos un tratamiento pictórico mucho más tierno que en el caso del busto de Buñuel, ya que Dalí, huérfano de madre desde los 16 años, sentía un extraordinario amor hacia su hermana.

Es interesante notar que durante este período, Dalí también comenzó a experimentar con diferentes medios y técnicas, incluyendo la escultura, el collage y la fotografía. Este enfoque multidisciplinario se refleja en la variedad de texturas y técnicas presentes en su obra, y demuestra su constante deseo de explorar y desafiar los límites de la expresión artística.

Además, la relación de Dalí con Buñuel no se limitó a la pintura. Juntos, colaboraron en varios proyectos cinematográficos, incluyendo la ya mencionada «Un perro andaluz», así como «La edad de oro», una película que provocó controversia por su crítica a la burguesía y la Iglesia Católica. Esta colaboración entre pintura y cine es un testimonio de la versatilidad de Dalí como artista, y de su habilidad para trabajar en diferentes medios y estilos.

El retrato de Buñuel también es un indicativo de la evolución de Dalí como pintor. Aunque todavía se pueden ver elementos de su estilo inicial, como el uso de colores brillantes y la representación detallada de la figura humana, también hay indicios de su interés creciente por el surrealismo, como se evidencia en la iluminación dramática y la atmósfera de ensueño de la pintura.

Finalmente, es importante mencionar que el retrato de Buñuel no es solo una representación de su amigo, sino también un reflejo de la propia personalidad de Dalí. La elección de una figura volumétrica y una luz violenta puede interpretarse como una metáfora de la personalidad de Dalí, conocida por su extravagancia y su deseo de llamar la atención. En este sentido, la pintura no solo retrata a Buñuel, sino que también ofrece una visión de la mente de Dalí, y de su enfoque único y revolucionario del arte.