La Pietá de Max Ernst
El pintor alemán Max Ernst tal vez no sea el más célebre de los artistas de las vanguardias del siglo XX. Pero sin duda es uno de los espíritus más inquietos de ese momento y por su extraordinaria evolución es uno de los más influyentes entre las últimas generaciones de creadores plásticos y de imagen.
Para Max Ernst cualquier convención artística era merecedora de ser atacada, y por supuesto también fue objeto de su crítica el arte religioso. De lo cual vemos a aquí un ejemplo fabuloso, ya que se supone que está inspirado en las famosas obras de la Piedad donde la Virgen María sostiene en brazos del cuerpo de Jesús, su hijo, que ha muerto, con la famosa obra renacentista de Miguel Ángel como máximo exponente.
Ernst, en su deseo de desafiar las convenciones, se aleja de la representación tradicional de la Pietá. En lugar de la Virgen María sosteniendo a Jesús, Ernst presenta una figura femenina abstracta que sostiene una forma que podría interpretarse como un cuerpo. Esta reinterpretación de la Pietá es un ejemplo de cómo Ernst desafió las convenciones artísticas y religiosas, y cómo su trabajo a menudo se centraba en la deconstrucción de las imágenes y los símbolos tradicionales.
En cambio, él aquí nos muestra una imagen que hasta se puede considerar irreverente. Al fin y al cabo lo que quería hacer era cuestionar toda santidad, incluida la propia del arte, para lo cual se propuso de crear obras no representativas y que no tuvieran un relato claro.
En el caso de este cuadro todavía recurre a una figuración y a elementos identificables. Si bien su interpretación queda abierta. Algo que se acentuará todavía más con el tiempo, ya que Max Ernst dentro de sus planteamientos surrealistas iniciales, en realidad lo que va a hacer es reformular los procesos y medios de creación.
Una muestra es cuando se interesó por las imágenes y formas que creaban los enfermos mentales. Algo en lo que ve una creatividad sin traba alguna, en la que todo parte de una emoción de carácter primigenio. Eso rápidamente le va a llevar interesarse en representar lo que brota de su subconsciente.
Ernst también exploró la técnica del collage, utilizando imágenes y texturas encontradas para crear composiciones surrealistas. Esta técnica, junto con su interés en la psicología y el subconsciente, llevó a Ernst a crear obras que eran a la vez desconcertantes y fascinantes.
Ahí abrió un abanico de posibilidades increíbles. Quiso explorar su mente buscando un inconsciente universal, donde aparecían imágenes comunes, como es el caso de este tema de la Pietá. Pero a partir de ahí buscó ir más allá, llegar a sus propios traumas y sus emociones más básicos, algo que volcó en collages y pinturas que parecían collages, como en este caso.
Más tarde llegaría la pintura automática que lo relaciona con otros artistas surrealistas como Giorgio de Chirico. Aunque Max Ernst emprendió caminos bien distintos. Un proceso donde recurría a los sueños, a los automatismos, a hipnosis y también al consumo de alucinógenos.
Fruto de todo ello y de la constante experimentación es el surgimiento de varias técnicas creativas. Una fue el frottagge, con la que se dedicó a hacer frotamientos del lápiz en diversos materiales tales, desde telas o madera, hasta hojas. Pero todavía llegarían más innovaciones como el grattage o la pintura por oscilación, muy influyente en el Expresionismo Abtracto. De hecho, hasta su muerte en 1976, nunca dejó de experimentar y estar a la vanguardia, incluso más allá de ella.
Ernst fue un verdadero innovador, siempre buscando nuevas formas de expresión y desafiando las convenciones artísticas. Su influencia se puede ver en muchos artistas contemporáneos, y su legado sigue siendo una fuente de inspiración para aquellos que buscan explorar nuevas formas de expresión artística.