Max en el bote azul de Dorothea Tanning
En este curioso cuadro vemos a la propia Dorothea Tanning de espaldas y acompañada por su esposo, el también pintor Max Ernst, con el que estuvo casada más de 30 años y con el que jugó infinidad de partidas de ajedrez, ya que ese juego les fascinaba, y es muy posible que hasta lo practicaran navegando como en el lienzo.
Max Ernst autor de obras como Las pléyades o El ángel del hogar, ya era un pintor de prestigio cuando conoció a la estadounidense Dorothea Tanning en Nueva York en 1942. Ella era una pintora aficionada e ilustradora para unos grandes almacenes, y además era 19 años menor que él. Sin embargo, eso no impidió su enamoramiento y ya permanecerían juntos hasta la muerte de Ernst en 1976.
Sin duda esa relación con un pintor de tanta fama, así como el permanente contacto con otros grandes artistas como Man Ray o Duchamp, ensombreció en gran parte el talento de Dorothea Tanning. Pero la verdad es que el conjunto de la obra de esta artista es más que merecedora de ser considerada una de las más interesantes de todo el movimiento surrealista, el cual siguió durante toda su larga vida (1910 – 2012).
Una vida en la que pintó, hizo esculturas, realizó muchos dibujos e ilustraciones, e incluso diseñó vestuario y escenografías para varios espectáculos de danza. Sin olvidar la preparación de diversas instalaciones, que la convirtieron en su momento en casi una avanzada de su tiempo.
Y en realidad eso es lo que fue. Una mujer que decidió romper con todos los clichés y la vida que se supone que le tenían preparada. Ella se adentró en el mundo del arte, con una personalidad propia y con creaciones de lo más interesantes. No obstante, es verdad que nunca llegó a alcanzar en vida el reconocimiento que se merecía. Primero porque se pudo atribuir que su presencia en ciertas exposiciones se debía más a su esposo que a su talento. Y después porque esa sombra de su marido siempre fue muy alargada, y en ciertos círculos jamás logró desvincularse plenamente de ella.
Aunque otro factor que hizo que nunca se le terminara de valorar en su justa medida, quizás fueran sus cambios de rumbos artísticos, ya que siempre se dejó llevar por sus apetitos estéticos y temáticos de cada momento. Si bien es cierto que siempre lo hizo dentro de los parámetros del Surrealismo.
De hecho si nos fijamos en este cuadro de Max en el bote azul, nos podemos preguntar ¿sobre qué superficie está navegando esa barca?, o ¿cómo va a atravesar una puerta de madera? Por no hablar de esta gran tela en primer plano que parece ocultar un ave. En fin, manifestaciones del rico mundo interior que siempre plasmó en sus obras Dorothea Tanning.