Tarde Azul de Hopper
Este óleo, cuyo título original es en francés (Soir bleu) lo realizó el pintor estadounidense Edward Hopper en el año 1914 y en la actualidad forma parte de la colección de arte del Whitney Museum de Nueva York.
Se trata de una obra de gran formato, y para comprenderla hay que atender a la fecha de su realización, 1914, porque posiblemente la imagen sea una especie de reflexión de Hopper sobre Europa en las fechas previas al comienzo de la Primera Guerra Mundial. Aunque al mismo tiempo también se puede entender como una especie de escena costumbrista de la vida nocturna parisina.
Toda la composición queda dominada por la figura de una mujer de pie, mientras que el resto de personajes los vemos sentados ante la barra de un bar. Y todas ellas tienen un aire cómico, de hecho se parecen mucho a las caricaturas que tanto le gustaba dibujar a Hopper.
Parece que esos personajes de aspecto grotesco estén posando, como si en realidad no estuvieran participando en el suceso, convirtiéndose así casi en un símbolo de la sutil melancolía de la vida moderna.
Son muy habituales en los cuadros que pintó Edward Hopper a lo largo de toda su vida (1882 – 1967) la presencia de máscaras y de rostros caricaturescos. Es su modo de sumergirse él, y también el modo de sumergir al espectador, en el intrincado mundo de las sensaciones humanas. En realidad trata de despersonalizar a las personas para poderlas mostrar como personas. Es decir, tiene un tono muy surrealista.
Aquí en este conjunto de personajes, el único que parece que está cómodo con su máscara es el payaso. Además lo sitúa en el centro de la escena, y destaca por el colorido blanco de su maquillaje y su vestido, que destaca aún más sobre el fondo azul y las notas de color rojo de su maquillaje. Lo vemos sentado, con un cigarro entre los labios, absorto en sus pensamientos. Es una figura que indudablemente remite a viejas referencias francesas, pero de algún modo también está avanzándose a los famosos personajes aislados y solitarios que protagonizaran en las décadas siguientes algunas de las obras maestras de Hopper, como su famoso cuadro Compartimento C, coche 193.
Y algo similar se podría decir de otras de las figuras destacadas que se observan en esta entrañable obra de Tarde Azul. Esa otra figura la vemos en el lateral izquierda de la composición. Ahí se observa un hombre sentado, que también está fumando, y nos transmite una especie de calma que es al mismo tiempo solitaria, melancólica y rígida. Es decir, como en todas las grandes obras de Hopper, este pintor norteamericano es capaz de impregnar con sus colores lánguidos y sus composiciones austeras la imagen de una poesía que irradia soledad y nostalgia.