El joven azul, Gainsborough.
A lo largo de los siglos XVIII y XIX, la pintura inglesa fue una de las más destacadas en toda Europa y si bien es cierto que en el continente siguen destacando innumerables artistas que bajo las nuevas tendencias potenciaban el arte continental, es en las Islas Británicas cuando ahora aparece más que nunca antes importantes obras de pintores que llevaran a la pintura británica a su máxima expresión. En una etapa anterior pintores llegados desde Europa como Holbein o incluso Gentileschi habían creado grandes obras para la pintura inglesa, no obstante ahora son artista ingleses los que dominarán el panorama pictórico pudiendo destacar a figuras tan reseñables como Turner, Constable o incluso uno de los grandes retratistas de todos los tiempos, Gainsborough.
Thomas Gainsborough (1727 – 1788) nació en el seno de una familia modesta, sin embargo sus habilidades para el dibujo impresionaron a su padre y con tan solo trece años el joven se trasladó a la capital inglesa para iniciar sus estudios de pintura. Allí estudió en los talleres de Gravelot y Hogarth, no obstante su mayor influencia fue la pintura de Van Dyck que el artista pudo conocer gracias a la intercesión de Gravelot. Gainsborough cosechó numerosos éxitos a lo largo de su carrera e intentó unificar el género de los retratos con el paisajismo; con todo, será precisamente en el género del retrato de donde el artista obtenga sus mayores y más contundentes éxitos.
La obra que aquí nos ocupa quizás sea uno de sus retratos más destacados, El joven Azul. Se trata de una obra realizada en óleo sobre lienzo, un gran cuadro de formato vertical que mide casi ciento ochenta centímetros de altura y algo más de ciento diez centímetros de anchura, unas dimensiones demasiado grandes ara un lienzo destinado al retrato que nos hacen suponer que el artista hubo de reaprovechar el soporte de alguna composición anterior.
En un primer plano el artista nos presenta al joven representado, un muchacho adolescente que a menudo se ha identificado con el hijo de un próspero comerciante, Jonathan Buttall, pero que en realidad nunca se ha podido demostrar completamente. El muchacho aparece representado de cuerpo entero, vestido con galantes ropajes de satén en azul y blanco, la especial atención con la que el artista ha representado el vestido del muchacho y la calidad táctil del mismo nos deja ver la influencia que Van Dyck ejerció en Gainsborough. Con la barbilla ligeramente inclinada y sus ojos clavados en el espectador el joven muchacho nos muestra un gesto desafiante, recordándonos su destacada posición social.
La luz se cierne sobre el joven representado mientras que el fondo natural en el que Gainsborough ha situado el retrato permanece en la penumbra. Las imágenes naturales con un fondo montañoso predominan la composición mientras un cielo oscuro y nuboso augura tormentas.