Madonna del jilguero de Rafael
Se trata de un óleo pintado sobre madera en el año 1507 por Rafael. En la actualidad se expone en la Galeria Uffizi de Florencia.
Esta se puede considerar una de las obras más emblemáticas y ejemplificadoras del arte de Rafael Sanzio. Ante todo la imagen transmite e inspira dulzura, gracias a la variada gama de detalles que nos muestran los gestos y actitudes de los personajes: el jilguero posado en la rodilla de la Virgen que al mismo tiempo es acariciado tiernamente por los dos niños, la mirada cariñosa de la Virgen, el niño que le pisa el pie, en una especie de contacto conmovedor.
Y todo ello realizado a partir de una composición piramidal, ocupando de forma absoluta los tres personajes el centro del cuadro, y siendo la figura de la Madonna el eje del cuadro. Y los tres personajes aparecen envueltos en una atmósfera limpia y un paisaje muy claro, que precisamente sirve para dotar de volumen a las tres figuras.
Rafael, junto a Leonardo da Vinci y Miguel Ángel Buonarroti, forman la triada imprescindible del Renacimiento italiano más esplendoroso. Rafael se inspiró claramente en Leonardo y Miguel Ángel para lograr sus propios objetivos pictóricos, ya que lo que él buscaba era retratar la belleza plena, de la cual la tradición artística florentina no se había preocupado en exceso, ya que era más habitual que los artistas se preocuparan por plasmar una interpretación de la realidad, física y moral.
Sin embargo, para Rafael esa búsqueda de la realidad iba a ser un medio más que un fin, porque él ansiaba pintar la Belleza con mayúsculas, algo que evidentemente consiguió gracias a que fue una persona superdotada para el arte de la pintura.
Él logró transformar todos los elementos de la pintura en aras de una armonía perfecta, y como ejemplo de ello sirve esta obra u otras de temática similar como la Madonna del Granduca o La Dama del Unicornio, la primera conservada en el Palazzo Pitti de Florencia y la segunda en la Galeria Borghese de Roma.
Hay que tener en cuenta el momento histórico en el que Rafael realizó su producción, con una agitada situación política en la Italia de comienzos del siglo XVI. Por eso algunos artistas como Boticelli estaban planteando su arte como una búsqueda de la gracia, evadiéndose de la realidad. En cambio, él en su empeño de alcanzar la belleza, lo que en realidad estaba haciendo era plantar los cimientos de lo que sería “el arte por el arte”.
Al mismo tiempo sus obras lograron tal perfección que sus seguidores iniciarían lo que se llamó arte académico, sin que a Rafael se le pueda considerar un artista académico. Pero, sus continuadores vieron en sus cuadros las bellas formas sin llegar a apreciar las emociones que facilitaban su creatividad, por eso muchos de los pintores posteriores que se inspiraron en Rafael, únicamente llegaron a pintar obras con obvias fórmulas frías, aplicando un carácter de perfección, pero carentes de la vida y la emoción que Rafael consiguió imprimir a su pintura.