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Madonna del Gran Duque, Rafael

Publicado por Laura Prieto Fernández

La Madonna del Gran Duque es uno de los cuadros más conocidos del pintor renacentista Rafael de Sanzio. Es precisamente este tipo de lienzos con temas religiosos y particularmente cuidados y delicados, los que otorgarán al artista mayor fama y reconocimiento. En esta ocasión Rafal nos presenta una obra realizada en óleo sobre lienzo con formato vertical y medio formato, el lienzo tan sólo presenta unos cincuenta centímetros de ancho y poco más de ochenta centímetros de altura.

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Rafael de Sanzio (1483 – 1520) también conocido con el nombre de Rafael de Urbino es una de las figuras artísticas más destacadas del Renacimiento del Cinquecento en Italia. Junto con Leonardo da Vinci y Miguel Ángel forma la famosa triada renacentista; tres genios humanistas que vivieron en la misma época otorgando a Italia una fama sinigual en el campo del arte. Rafael fue tanto pintor, arquitecto como teórico del arte. Su formación comenzó en los talleres de su Urbino natal pero el artista pronto demostró una capacidad pictórica sin precedentes. A principios del siglo XVI, cuando el artista tan sólo contaba con veinticinco años de edad ya trabajaba para el papado y a lo largo de su carrera realizó un gran número de lienzo gracias a su fructífero taller.

No son muchos los datos que se conocen sobre la Madonna del Gran Duque, parece ser que el lienzo debió ser realizado a principios del siglo XVI, en torno al año 1505, tras el viaje que el artista realizó a Florencia. Las primeras noticias fehacientes que se han encontrado del lienzo son de finales del siglo XVIII cuando el director de la galería de los Uffizi le comunicó al Gran Duque de Mantua Fernando III que había adquirido el lienzo; poco después la obra pasó a formar parte de la colección personal del duque y en la actualidad se encuentra expuesto en la Galería Platina del Palacio Pitti de Florencia.

Con una sencilla composición el artista nos muestra a la Virgen María quién sostiene a su Hijo en brazos sobre un fondo neutro. María, que ha sido representada de medio cuerpo, aparece de pie; se encuentra ataviada con un vestido rojo y remates en negro y cubierta con un manto azulado que le tapa parte de la cabeza. Su gesto es pensativo, los ojos mirando hacia el suelo esquivan tanto la mirada del espectador como la de su propio Hijo. El Niño aparece representado con un paño de pureza entre los brazos de su Madre, su posición es de lado pero gira la cabeza para mirar tiernamente al espectador mientras coloca una de sus manos en el pecho de su Madre y la otra sobre el hombro de ésta.

Rafael ha utilizado una composición piramidal, muy característica del artista en las obras de Madonas o en las Sagradas Familias, ya que ofrecen un estructura cerrada y equilibrada. Es apreciable la influencia de Leonardo da Vinci en un ligero sfumato que hace que el contorno de las figuras se desdibuje con el fondo oscuro.