Thomas Howard, duque de Norfolk de Hans Holbein
Hans Holbein “El Joven” forma parte de una importante estirpe de pintores alemanes, sobre todo especializados en la realización de retratos. Un campo que el que destacó también su padre Hans Holbien “El Viejo” y su hermano Ambrosius Holbein.
Todos ellos huyeron en un momento dado de su país natal para refugiarse en tierras suizas por motivos religiosos. Concretamente se instalaron en la ciudad de Basilea. Sin embargo, allí poco a poco la situación fue empeorando con la expansión de la Reforma por el centro de Europa, de modo que en 1526 Holbein “El Joven” también abandonó Suiza y se instaló definitivamente en Inglaterra, el lugar donde realizó algunas de sus principales obras, como este retrato de Thomas Howard.
La elección de dirigirse a Inglaterra no fue casual, ya que así se lo recomendó su amigo Erasmo de Rotterdam, del que por cierto también hizo un retrato durante su estancia en Suiza. Una vez en territorio inglés conoció a algunos de los hombres más célebres de la época, entre ellos sir Thomas Moro y gran parte de la corte, a la que pertenecía el duque de Norfolk que vemos en esta obra pintada hacia el año 1538.
Holbein llegó a convertirse en pintor de cámara del rey Enrique VIII, del cual hizo uno de sus más afamados retratos. Pero como trabajador de la corte inglesa no solo realizó pintura sino que desarrolló su talento en otros campos creativos como el diseño de joyas, de mobiliario, de ropas o trabajos decorativos. E incluso participó en la fabricación de armas o en la programación de actos festivos.
Si bien, la faceta por la que fue más apreciado y por la que ha pasado a la Historia del Arte es por su labor como retratista. Y en esta obra podemos ver algunas de las características de estilo que le convierten en un pintor muy importante. Por otra parte, Hans Holbein “El Joven” es uno de esos extraños casos de grandísimos artistas que fueron ambidextros, capaces de pintar con las dos manos.
En este caso estamos ante una obra en la que no se aprecia ningún tipo de dramatismo, pero que consigue revelar la personalidad del retratado.
Además es la obra de un artista ya maduro y se descubre como ya no aparece el interés que tenía en pintar todos los pormenores, tal y como se aprecia en sus obras de juventud. En cambio, ahora sus retratos muestran que se basa en una composición perfectamente equilibrada, y se ve cierto aire contenido y comedido, para centrarse por completo en la figura del personaje al que retrata. El resultado de esas formas e ideas, hace que Hans Holbein cree un estilo totalmente “sencillo”.