Sandro Botticelli (1445 – 1510)
Sandro Botticelli pertenece ya a una segunda generación de artistas renacentistas y representa una visión de la pintura muy diferente de la que tiene Masaccio. Si la de éste fue sobre todo al fresco, la de Botticelli fue pintura de caballete; si aquel vivió siempre preocupado por las conquistas y problemas técnicos (representación «científica» del espacio), éste fue un pintor que se dejó llevar tan solo por la inspiración, relegando a muy segundo plano las reflexiones teóricas.
Domina en su pintura el dibujo; un dibujo muy marcado de líneas ondulantes, que configura imágenes en movimiento y con un cierto toque de lirismo. Creó un mundo formal propio, caracterizado por el sutil ritmo lineal de los cuerpos y vestidos; unos cuerpos que pierden cualquier rigidez, que inclinan suavemente las cabezas y sus rostros reflejan una sonrisa melancólica.
Sintió gran afición por los temas mitológicos, de los que fue genial intérprete; fue ésta su vertiente más claramente renacentista. En La Alegoría de la Primavera, representa, sobre un fondo de vegetación, a Venus presidiendo el despertar de la Naturaleza, mientras por la derecha penetra la elegante figura de Flora, seguida de la Primavera primeriza, temerosa de morir en los brazos de Céfiro, el viento de marzo; en la izquierda aparece el bello grupo de las Tres Gracias asaeteadas por un amorcillo. En el extremo del grupo, el dios Mercurio.
En El Nacimiento de Venus, representa un cuerpo femenino desnudo -el de la diosa Venus- la cual flota en pie sobre una concha por encima de las olas. Su ondulada y amplia cabellera está movida por dos figuras (que simbolizan la unión de la materia y el espíritu para dar vida a Venus), mientras que una ninfa la espera en la orilla para cubrirla con un manto (en señal de que los misterios de Venus, como los del conocimiento, están ocultos) basándose en Ovidio como fuente literaria.
En su obra La Calumnia se inspira en un tema clásico de cual se sabía que había sido tratado por el pintor griego Apeles. El rey Midas, con orejas de asno, escucha las falsas palabras de la Ignorancia y la Sospecha. En pie, el Mensajero le presenta la Calumnia, a la Envidia y al Fraude, los cuales arrastran cogiéndole por los cabellos a la Inocencia. Finalmente la figura encapuchada del remordimiento dirige la mirada hacia la desnuda Verdad. Toda la escena se desarrolla en un amplio salón de arcadas que nos muestra un cielo y una tierra desnudos de vida y de vegetación y con hornacinas ocupadas por figuras bíblicas y de la Antigüedad clásica.
La temática religiosa está también presente en la obra de Botticelli, uno de los más inspirados pintores de la virgen. Sus tondos -pinturas circulares- de la Madona del Magnifcat y de la Madona de la Granada, que figuran entre las creaciones más bellas del Renacimiento, son típicos del pintor por su tono lírico y sonrisa melancólica. La Lamentación por la muerte de Cristo, que pertenece a un momento de profunda exaltación religiosa en la vida de Botticelli, es otra de sus obras maestras.