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Madonna de la Granada de Botticelli

Publicado por A. Cerra
Madonna de la granada de Botticelli

Madonna de la granada de Botticelli

Esta obra de Sandro Botticelli también se encuentra en la Galería de los Ufizzi de Florencia, al igual que otros muchos de sus cuadros, especialmente sus dos grandes obras maestras: La Primavera y el Nacimiento de Venus.

En este caso estamos ante una tabla circular de dimensiones considerables (143 cm. de diámetro) que fue pintada con la técnica del temple hacia el año 1487.

Botticelli, cuyo nombre verdadero era Alessandro di Mariano Filipepi, fue uno de los pintores más representativos del Renacimiento italiano. Nacido en Florencia en 1445, fue discípulo de Fra Filippo Lippi y más tarde de Andrea del Verrocchio. Su estilo, caracterizado por la elegancia y la delicadeza de sus figuras, tuvo una gran influencia en la pintura italiana.

La Madonna de la Granada es una de las obras más emblemáticas de Botticelli. Aquí nos muestra a la Virgen María con el Niño Jesús en su regazo con una granada en las manos. Ambos, madre e hijo ocupan gran parte del centro de la tabla, mientras que prácticamente el resto de la superficie se colma con las figuras de seis ángeles celestiales.

Como es habitual en los cuadros de Botticelli se trata de personajes realmente hermosos. Empezando por la propia María, que tiene una cara delicada pero una mirada profunda con cierto tono melancólico. Y si la Virgen es una mujer bella, lo mismo puede decirse de las caras juveniles de los ángeles, algunos mirando al espectador, otro leyendo, mirándose entre sí u observando al Niño con devoción.

Botticelli fue un pintor renacentista capaz de dibujar en sus cuadros hasta el más nimio detalle. El fuerte de su obra es su portentoso dibujo y a él se debe la belleza de los rostros y sus expresiones, pero también las cuidadas formas de los trajes o las delicadas azucenas y rosas que llevan los ángeles.

Es precisamente en todos esos detalles ornamentales donde se aprecia su estilo y también su inmenso talento. Por ejemplo son realmente espectaculares las transparencias en algunos velos de las vestimentas, las suaves texturas de los pliegues o los contrastes de color que nos plantea. Y todo ello en muchas ocasiones concebido no solo desde un punto de vista estético, sino también con un valor simbólico, comenzando por la propia granada que está entre las manos de María y su hijo.

La granada, símbolo de fertilidad y resurrección en la tradición cristiana, es un elemento recurrente en las representaciones de la Virgen y el Niño. En este caso, la granada es sostenida por el Niño Jesús, lo que podría interpretarse como una prefiguración de su sacrificio redentor.

Además todo queda integrado en una atmósfera celestial, ya que sobre las cabezas de los personajes se ve una franja azul que vendría a representar el cielo, en cuya cúspide surge la luz, el llamado Empíreo de donde descienden rayos de oro para iluminar a lo personajes.

En definitiva, esta tabla no es de las más conocidas de Botticelli y tampoco representa sus habituales escenas mitológicas, pero desde luego que es un cuadro que merece la pena conocer. Y aprovechando que está en los Ufizzi se puede comparar con otra tabla suya de temática similar que posee el mismo museo florentino: la Madonna del Magnificat.

La Madonna del Magnificat, pintada en torno a 1481, es otra de las grandes obras maestras de Botticelli. En ella, la Virgen, rodeada de ángeles, escribe el Magnificat, uno de los cánticos del Nuevo Testamento, mientras sostiene al Niño Jesús en su regazo. Al igual que en la Madonna de la Granada, Botticelli demuestra su habilidad para combinar la belleza y la delicadeza de sus figuras con un profundo simbolismo religioso.