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Lamentación ante Cristo muerto de Botticelli

Publicado por A. Cerra

Lamentación ante Cristo muerto de Botticelli

Esta tabla la pintó originalmente Sandro Botticelli para la iglesia de San Paolino, ubicada en la misma calle donde vivía el artista en Florencia. Sin embargo, hoy en día la obra ya no se encuentra en Italia, y por azares del destino hoy se puede contemplar en la Alte Pinakothek de Múnich, en Alemania.

La escena es de lo más dramática, algo que cuadra a la perfección con el tema que se trata. En el centro vemos el cuerpo muerto de Jesús, que destaca tanto por su posición curvada como por la blancura de su piel. Ese cuerpo sin vida lo sostiene su madre, la Virgen María, la cual a su vez está sostenida por San Juan (el apóstol sin barba).

Al resto de personajes también se les puede identificar, como en un extremo a San Pedro con su llave, a San Jerónimo en el otro casi desnudo, a San Pablo con la espada, o a la Tres Marías que rodean el cuerpo exánime, entre ellas María Magdalena. Todos ellos están precisamente ante el sepulcro abierto, que con sus piedras y la oscuridad del fondo todavía le da más dramatismo a la escena.

Podemos apreciar que toda la composición se traza a partir de conceptos y líneas geométricos, como el triángulo equilátero que engloba a Jesús, las mujeres pías a su cabeza y sus pies, y la propia Virgen María rodeada por los apóstoles en el centro. Pero a su vez hay una línea ondulada que genera que cuerpo de Cristo. Todo en esa composición está cuidado hasta el último detalle, como los colores en los que viste a cada personaje o la rigidez en sus posturas. Todo aparece quizás excesivamente refinado, lo que le resta cierto efectismo emocional a la obra, y por ello no ha alcanzado la fama de otros cuadros del pintor toscano, como su famosa Primavera o el Nacimiento de Venus. Aunque es evidente que estas últimas también tenían a su favor que no se trataban de imágenes religiosas y que además se han conservado en la ciudad de Florencia, en la Galería de los Ufizzi que las convirtió en uno de sus emblemas.

Y es que como en otras obras religiosas de Botticelli, como por ejemplo la Adoración de los Magos o la Madonna de la Granada, el pintor las trataba siempre con un tono muy tradicional. No buscaba innovaciones estéticas, sino que quiere buscar la introspección tanto de los personajes como de los fieles cuando las contemplen.