Cristo muerto con Nicodemo de Bandinelli

Cristo muerto con Nicodemo de Bandinelli
Florencia, pese a que muchos de sus grandes escultores emigraron, como Miguel Ángel, Sansovino o Rustici, lo cierto es que durante las últimas décadas del Renacimiento mantuvo el cetro de ser la ciudad con un grupo de escultores de primera línea. Entre ellos, estaba Baccio Bandinelli (1493 – 1560) el cual de alguna forma ejerció de punta de lanza, y hasta creó una especie de academia artística de gran influencia.
Y eso que la enemistad con el gran Miguel Angel Buonarrotti fue un auténtico lastre toda su vida. Eso no impidió que realizar obras como el San Pedro de 1515 que hay en el catedral de Florencia, en el que opta más por el influjo de Donatello. Porque aunque tuvo que salir un tiempo de la capital de la Toscana por motivos políticos, allí se encuentra prácticamente todo el conjunto de su obra.
Entre eso lo más conocido es su grupo escultórico de Hércules y Caco de 1534, una obra ubicada junto al Palazzo Vecchio de Florencia, y sobre todo ubicado desde sus inicios junto al imponente David de Miguel Ángel, algo que sin duda no le favorece, ya que poquísimas obras a lo largo de toda la historia del arte pueden resistir semejante comparación.
Además tampoco es la mejor obra de Bandinelli, por ser excesivamente fría y estática. Algo que se ve corregido en otras de sus creaciones, sobre todo las que tiene de carácter funerario. En este sentido hay dos ubicadas en Roma, como son sepulcros murales de los Papas de la familia Medici Leon X y Clemente VII, ya que esta dinastía fueron sus grandes mecenas durante toda su vida y le encargaron numerosas obras.
De hecho, los mismo Medici le encargaron el cenotafio de Giovanni de Medicio o delle Bande Nere que originalmente se encontraba en el interior de la iglesia de San Lorenzo, aunque hoy está en el exterior, en la plaza florentina del mismo nombre.
Aunque seguramente su escultura funeraria más hermosa sea la de Cristo muerto con Nicodemo del año 1554 y que se encuentra en la iglesia de Santa Annunziata. Al fin y al cabo talló este mármol con el propósito de que fuera su propia tumba y la de su esposa. De manera que puso todo su buen hacer en ella, para crear un conjunto de gran fineza, de auténtico virtuosismo técnico, si bien su composición es bastante complicada. Un tanto recargada, y es que son unos años en los que la armonía del Renacimiento cada vez se ha ido complicando más, incorporando el espíritu del Manierismo y los comienzos del arte barroco.