Frescos de la iglesia de Cressac
Al oeste de Francia se conserva la iglesia románica de Cressac donde hay una capilla que guarda parcialmente restos de unos frescos realizados en el siglo XII. Ese lugar se conoce como la Capilla de los Templarios porque las pinturas están dedicados a esa particular Orden militar que llegó a ser muy poderosa gracias a las Cruzadas que se llevaron a cabo durante la Edad Media en Tierra Santa.
De hecho, los templarios se enriquecieron en Oriente y a su vuelta a sus países de origen construían sus propias iglesias, y una de estas fue la de Cressac.
De todo el conjunto de frescos que aquí hubo el mejor conservado es el que muestra a tres caballeros templarios armados para el combate. Se ven todas las armas que portaban en las batallas, por lo que es algo muy interesante por su valor documental. Por ejemplo, se puede apreciar que por aquel entonces se comenzaban a usar los yelmos como protección de la cara y especialmente de la nariz. O como vemos en el fragmento en el que se ve a un único jinete, se confirma que los caballeros cristianos solían enfrentarse al enemigo con pesadas lanzas largas.
Si bien, desde un punto de vista pictórico podemos apreciar que se trata de un arte bastante naif y poco elaborado. Hay múltiples detalles que lo corroboran. Por ejemplo, la peculiar e incongruente relación de tamaño entre la fortaleza que abandonan los caballeros y ellos mismos, que realmente no cabrían por la puerta. O también se aprecia el primitivismo de este arte románico en la forma de pintar caballos y caballeros, ya que es una representación nada natural y se combina tanto la vista lateral de ciertos elementos con la frontal si así conviene.
Y es que lo cierto era que a los templarios no les preocupaba en exceso este tipo de cuestiones estéticas. Ellos eran una peculiar orden religiosa basada en la vida caballeresca. Una orden que surgió de hecho en las propias Cruzadas, ya que fue fundada en Jerusalén en el año 1120, unas décadas antes de que se pintaran estos frescos tan rudimentarios, incluso en lo referente al color.
E incluso hay quien se aventura a identificar el episodio concreto que se representaría en estas pinturas. Se trataría de una batalla que se produjo en el año 1163 entre los caballeros cristianos de la Orden Militar del Temple y uno de sus grandes enemigos en tierras de Siria: Norandino de Alepo. Pero hay que decir que muchos otros historiadores piensan que asignar estas pinturas a este batalla y estos personajes es más fruto de la especulación que de certezas.