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Frescos de Lanfranco en San Andrea della Valle

Publicado por A. Cerra
Cúpula de San Andrea della Valle

Cúpula de San Andrea della Valle

El pintor barroco Giovanni Lanfranco (1582 – 1647) pintó estos frescos en la cúpula de la iglesia romana de San Andrea della Valle entre los años 1625 y 1628. Una iglesia en la que pocos años antes también había trabajado el pintor Il Domenichino, concretamente en el ábside y las pechinas de la cúpula. Y es que Domenichino entró a trabajar en este templo prácticamente desde el mismo momento desde que acabaron sus obras, proyectadas por Carlo Maderno.

Sin embargo, cuando se quiso pintar la cúpula, se quería algo más espectacular que el estilo de Il Domenichino, y por eso se la encargaron a Lanfranco. La verdad es que cuando se inauguró su trabajo en 1628, las crónicas del momento relatan que fue todo un éxito y que llegó a considerarse como una de las más grandes obras del arte romano.

En la cúpula, Lanfranco nos presenta el tema de la Asunción de la Virgen, y lo hace simulando que la cúpula es el propio cielo. Es una perspectiva que se denomina “di sotto in sú”, de arriba abajo, con la cual pretende romper la arquitectura y hacer creer al espectador que se abre sobre él el cielo. Es decir, se trata de un recurso extraordinariamente teatral, y por lo tanto muy del gusto barroco.

Hay que tener en cuenta que durante la segunda mitad del siglo XVI y las dos primeras décadas del XVII, la tendencia era que las iglesias no se decoraran y fueran muy austeras, algo muy en la línea de los dictados surgidos a partir del Concilio de Trento, y cuyo máximo exponente podría ser la iglesia de Il Gesú de Vignola, un templo que durante años permaneció en blanco hasta que muchas décadas después de su apertura se decidió ornamentar con frescos.

Por esta razón, no es extraño que la obra maravillara en el momento. Además de que es de una gran perfección técnica, ya que Lanfranco roza el virtuosismo a la hora de plantear esas perspectiva y los escorzos de las muchas figuras.

Una visión como ésta no se la inventó Giovanni Lanfranco, tiene sus antecedentes del Renacimiento, y entre ellos está su principal modelo. Se trata de las pinturas que Correggio realizó entre 1520 y 1521 para la iglesia de San Juan Evangelista en Parma, y en la Catedral de la misma ciudad, casualmente la lugar de nacimiento de Lanfranco. En esta última realizó también una Asunción de la Virgen en la cúpula, con un osado “di sotto in sú” donde todos los personajes se apoyan en nubes que forman círculos concéntricos y ascendentes. O sea con un planteamiento muy similar al que un siglo más tarde usó Lanfranco.