La Asunción de la Virgen, Corregio
La asunción de la Virgen es un imponente fresco que cubre la cúpula central de la Catedral de Parma. La obra fue realizada entre 1526 y 1530 por el artista italiano Antonio Allegri da Correggio, más conocido como Correggio (1498- 1534), por encargo del deán de la catedral. El encargo consistía, en un principio, en la decoración de la cúpula que cubre el espacio central del crucero, la bóveda del coro y el ábside central sin embargo Corregio tan solo pudo realizar la cúpula.
La cúpula de la catedral cuenta con unos 11 metros de diámetro y se levanta sobre cuatro pechinas en las que aparecen representados los patronos de Parma: San Juan Bautista, San Hilario, Santo Tomás y San Bernardo. No obstante Correggio tan solo pintó la cúpula en la que se representa la ascensión al cielo de la Madre de Dios, simboliza la subida de la Virgen al cielo según las Santas Escrituras: tras la dormición la Virgen ascendió junto a su Hijo en cuerpo y alma.
La obra de Corregio se desliga de las pautas clasicistas enmarcándose en un estilo manierista muy cercano a las fórmulas barrocas. La virgen ataviada con un manto rojo y con la mirada alzada es ascendida por una pareja de ángeles hasta su Hijo Jesucristo quien aparece representado en un potente escorzo que nos impide verle el rostro, Jesucristo desciende del cielo para recoger a su Madre y coronarla. En la base de la cúpula Correggio representó a los Apóstoles descubriendo la tumba vacía de la Virgen. El resto del paramento de la cúpula se cubre con nubes que parecen girar en una espiral ascendente hasta la zona central superior donde se encuentra Cristo sumergido en una agradable luz dorada. El resto de personajes que inundan las nubes son representados en las más variadas formas y posturas, entre ellos podemos reconocer a los Primeros Padres o un conjunto de ángeles con instrumentos musicales.
La composición goza de gran armonía y dinamismo, el artista rompe con la simetría renacentista colocando la figura de la Virgen en uno de los laterales y a Jesucristo en el centro de la composición. Todas y cada una de las figuras gozan de un espléndido estudio anatómico que se ve reforzado por las posturas de los personajes. Además las figuras son representadas con tal naturalismo, que parecen sobresalir del paramento y flotar en el aire.
La luz cálida y diáfana de la pintura se mimetiza con la luz natural que entra por los óculos del tambor y confiere al fresco un aspecto sobrenatural e ilusorio ligado a las formulas teatrales que se desarrollaran en el estilo barroco. En este sentido la obra de Correggio puede entenderse como uno de las influencias ligadas a la figura de Bernini quien en sus composiciones gustaba no sólo teatralidad sino también de utilizar los elementos arquitectónico en pro de su obra. La perspectiva en contrapicado utilizada en esta obra por Correggio será también muy influyente en las próximas obras barrocas.