Júpiter e Ío, Corregio
Júpiter e Ío es una de las mejores obras del pintor italiano Antonio Corregio, en ella el artista ha logrado conjugar magníficamente las formas renacentistas y manieristas con elementos que preludian la nueva estética barroca.
Antonio Allegri da Corregio (1489 – 1534) está considerado como una de las figuras claves del manierismo italiano. Son pocos los datos que se conocen sobre su vida, seguramente formado en el taller de Andrea Mantegna, la influencia de la triada clásica renacentista – Miguel Ángel, Leonardo y Rafael- fue seguramente más poderosa que la influencia de su propio maestro. En su obra se puede observar el profundo tránsito desde las formas renacentistas más clásicas hasta algunas innovaciones propias del barroco pasando por la distorsión refinada del manierismo.
Parece ser que pese a los éxitos cosechados, fue uno de los artistas más destacados de Mantua, el artista cayó en desgracia y murió pobre; a este respecto cuenta Vasari que su fallecimiento se debió a un extenuante viaje que Corregio realizó para poder llevarle dinero a su familia y que ha dado pie a diversas leyendas e interpretaciones artísticas como la obra de Tassaert, La Muerte de Corregio.
La obra de Júpiter e Ío que aquí nos ocupa pertenece precisamente a esa época floreciente que el artista vivió en Mantua pintando para Federico II Gonzaga. El duque de Mantua le encargo al artista renacentista una serie de cuatro cuatros que ilustraran los “Amores de Júpiter” para decorar el Palacio del Té y Corregio realizó los lienzos agrupándolos de dos en dos; así el cuadro de Ío estaría acompañado por el Rapto de Ganímedes y los otros dos lienzos corresponderían a las representaciones de Leda y el cisne y de Danáe. Las cuatro obras serían realizadas en óleo sobre lienzo y datarían de 1531 -1532.
La obra está basada en Las Metamorfosis de Ovidio y su temática es plenamente mitológica. Ío, hija de Íncalo y Melia, era una de las sacerdotisas de la diosa Hera. Júpiter atraído por la belleza y pureza de la joven la visitó en forma de humo o neblina y la hizo su amante comenzando así un calvario para la joven al ser descubierta por Hera. Corregio elige el precio momento en el que la joven Ío se entrega al dios. Su cuerpo desnudo y blanquecino es sustentado por la nube de humo en la que se ha transformados Júpiter; su rostro obedece a un intenso gesto de placer y la encarnación de todo su cuerpo contrasta por un lado en el blanco paño sobre el que se apoya y también con la grisácea nube. Corregio ha plasmado con gran acierto esa nube poderosa de la que emerge un rostro y una mano para envolver suavemente a la bella sacerdotisa; el dios inmaterial y vaporoso tiene el suficiente poder como para poseer a la joven cuyo cuerpo describe la típica postura manierista en línea serpentinata.
Las cuatro obras de Corregio fueron regaladas al emperador Carlos V y desafortunadamente no permanecieron juntas, actualmente el lienzo de Ío se encuentra en el museo de Viena junto con el Rapto de Ganímedes.