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Júpiter y Tetis, Ingres

Publicado por Laura Prieto Fernández

Tan sólo unos pocos pintores a lo largo de toda la historia del arte resultan inclasificables por su estilo único y singular, uno de estos singulares casos es el autor de la pieza que aquí analizamos, Jean Auguste Dominique Ingres. Tradicionalmente al autor francés se le ha catalogado como pintor neoclasicista pero lo cierto es que la pintura de Ingres va mucho más allá puesto que su colorido es más bien romanticista y la veracidad de sus obras nos traslada al más puro realismo.

Dominique Ingres (1780 – 1867) fue hijo de un escultor de segunda fila que pronto descubrió el talento artístico de su vástago; se formó en la Academia de Toulousse y a finales de siglo se trasladó a Paris para estudiar de la mano de uno de los grandes artistas de su tiempo, Jaques Louis David. En 1806 el artista recibió una beca y se trasladó a Italia para completar su formación; allí pudo estudiar a los grandes genios del Renacimiento y sin duda, estos dejaron su impronta en la pintura del artista.

Precisamente es durante su estancia en Italia, cuando el artista realiza la obra que aquí analizamos y que lleva por título Júpiter y Tetis. Se trata de un óleo sobre lienzo que el artista pintó en el año 1811 cuando se encontraba en Roma, tan solo unos años después en 1834, el lienzo fue adquirido por el Estado francés y trasladado al Museo Granet en Aix en Provenze donde se exhibe en la actualidad.

La pieza representa una parte de la Iliada de Homero, concretamente cuando la madre de Aquiles le pide a Zeus el favor para su hijo y que éste pueda vencer a los troyanos. Tetis engatusa al padre de los dioses con caricias mientras le recuerda como ella le había ayudado en el pasado. La escena se desarrolla en el Olimpo, la morada de los dioses y en segundo plano podemos apreciar la presencia de Hera, la esposa de Zeus, que vigila la escena consciente de la debilidad de su esposo con otras mujeres.

La obra presenta una dicotomía entre el cuerpo musculoso del dios, casi escultórico y que nos recuerda a algunas de las figuras de Miguel Ángel en contraste con la flexibilidad de Tetis, que se enrosca a su alrededor para acercarse a Zeus. Precisamente esta falta de rigor en el cuerpo de la madre de Aquiles fue uno de los aspectos más criticados del lienzo.