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Frescos del Vaticano, Boticelli (II parte)

Publicado por Laura Prieto Fernández

En la decoración de la Capilla Sixtina encargada por el pontífice Sixto IV podemos encontrar tres frescos de gran tamaño pintado por el artista Sandro Boticelli, una de las figuras más destacadas de la pintura renacentista de Italia.

Las tentaciones de Cristo fue pintado entre 1498 y 1500, se trata de un fresco de gran tamaño cuyas escenas han sido extraídas del Evangelio de San Mateo. Compositivamente es el más original de las tres escenas narradas por Boticelli ya que en su interior alberga distintos episodios. En un primer plano observamos una escena que poco tiene que ver con las tentaciones de Cristo, más bien los expertos lo han identificado como la ofrenda del leproso tras su sanación; en ella el sumo sacerdote se identifica con Moisés y el joven es una representación de Jesucristo como ofrenda de salvación para la humanidad.

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En un segundo plano aparecen tres escenas diferentes representando las tres tentaciones de Jesucristo, de izquierda a derecha podemos ver como el demonio invita a Cristo a convertir las piedras en pan para poder comer durante su ayuno en el desierto. En el centro observamos como desde lo alto de un edificio de corte clasicista el demonio invita a Jesús a lanzarse para ser recogido por los ángeles y que le salven su vida. Por último a la derecha aparece la última de las tentaciones, Satán le ofrece todas las riquezas del mundo y mientras éste lo rechaza, el demonio muestra su verdadera naturaleza.

Por su parte las escenas de la Vida de Moisés y El castigo de los Rebeldes son más parecidas. La primera muestra escenas de la juventud de Moisés que han sido extraídas del libro del Éxodo. La escena debe leerse de derecha a izquierda y por las escenas que muestra Moisés aparece como una especie de prefiguración de Jesucristo; así por ejemplo en la primera escena muestra como Moisés mata a un egipcio que puede asemejarse con la figura del demonio vencido por Jesucristo. El fresco muestra otras escenas de su vida como la de la zarza ardiente o el camino por el desierto.

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Por último en el fresco del Castigo de los Rebeldes se representa el castigo de algunos sacerdotes al negar éstos la autoridad de Moisés y Aarón, la tierra se abrió para tragarlos a ellos y a sus familiares. De esta manera se refuerza el poder papal como una premonición de lo que le sucedería a aquellos que se rebelasen en contra de los pontífices. Destacar del fresco sobretodo la contraposición entre la agitación del primer plano con la tranquilidad que nos trasmite la arquitectura clasicista del fondo en un paisaje desterrado y desolador.

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Las aportaciones de Boticelli a la capilla Sixtina estarían completadas con los dibujos que sirvieron de preparación para once de los retratos de los pontífices que se asoman por encima de estos frescos historiados a modo de trampantojo –los pontífices se asoman tras unas cortinas- como si asistiesen a las celebraciones de la capilla.