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La formación de la Vía Láctea, Rubens

Publicado por Laura Prieto Fernández

El nacimiento de la Vía Láctea es un sobre lienzo realizado por el artista barroco Pedro Pablo Rubens en la primera mitad del siglo XVII, en torno a 1636. Se trata de una obra de formato horizontal realizada en óleo sobre lienzo que en la actualidad se encuentra en el Museo del Prado de Madrid.

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El monarca español Felipe IV era un gran aficionado a la caza, por este motivo decidió realizar un gran caserón que le sirviese de descanso en las largar jornadas cinegéticas, La Torre de a Parada. El palacio, ubicado en las cercanías del monte del Pardo, fue realizado por el arquitecto Juan Gómez de Mora en 1636. Para su decoración el monarca encargó a algunos de los pintores más destacados de la época – Velázquez, Félix Castelo… – grandes lienzos que decorasen las paredes de la construcción. En 1636 el monarca encargo al pintor flamenco un conjunto de sesenta y tres lienzos de tema mitológico entre los que se encuentra la formación de la Vía Láctea.

Pedro Pablo Rubens (1577 – 1640) es el artista más influyente del Barroco flamenco. Su formación en el campo de la pintura comenzó en Amberes pero sin duda el hecho que más influirá en su carrera fue un largo viaje a Italia entre 1600 y 1608. Viajó a España por encargo del duque de Mantua donde conoció a Velázquez y donde trabajaría para Felipe IV. Posteriormente el artista regresaría a Amberes donde estableció su propio taller y disfrutó de grandes éxitos.

La obra que aquí nos ocupa se trata de una escena mitológica que representa la formación de la Vía Láctea según aparece narrado en las Metamorfosis de Ovidio. El episodio está basado en la vida de uno de los héroes más insignes, Hércules, fruto de la pasión entre el dios Zeus y la mortal Alcmena. Zeus pretendía que su hijo fuese inmortal, por ello cuando su esposa Hera estaba dormida hizo que el pequeño Hércules se amamantase de la leche de la diosa. Hera al despertarse bruscamente y encontrar al niño se separó derramando la leche de sus pecho y formando la vía láctea que servía de camino para llegar al Olimpo de los Dioses.

En la obra el artista ha representado a la diosa Hera desnuda, tan sólo cubierta por un paño rojizo que contrasta con la blancura de su piel. Sobre su regazo el pequeño Hércules busca su alimento colocado en diagonal y ocultando parcialmente su rostro al espectador. Tras la diosa aparece un carro tirado por pavos reales, símbolo de Hera y tras éste la figura de Zeus que paciente, espera aposentado en las nubes junto a sus atributos, el rayo y el águila.

La escena se desarrolla en un cielo oscurecido donde resaltan las carnosas figuras que Rubens ha colocado en una cuidada composición. Sin ninguna duda, la luz y el color son los protagonistas del lienzo, la factura ha sido realizada en una pincelada rápida pero certera que nos muestra el genio de un artista maduro.