La vista de Rubens
En ocasiones se cataloga esta obra como una creación de autoría compartida entre Jan Brueghel el Viejo y Peter Paulus Rubens, ya que estos dos artistas colaboraron para realizar un encargo que venía de los archiduques Alberto e Isabel Clara Eugenia, soberanos por aquel entonces de los Países Bajos. Un encargo que consistía en hacer cinco cuadros, dedicados cada uno de ellos a los cinco sentidos.
En el caso que nos ocupa de La Vista, la obra la realizó Rubens en 1617, y en ella hasta podemos ver el retrato de la pareja de encargantes en el lado izquierdo de esta tela de gran formato.
Entre todo el maremágnum de cuadros, bustos y esculturas que llenan por completo la sala, destacan dos figuras. Se trata de Venus y su hijo Cupido. Ambos están en el cuarto inferior izquierdo de la obra, y están ocupados en mirar una pintura que representa como Jesús curó a un ciego. Esta es una más de las evocaciones que se hacen al sentido de la vista, ya que desperdigados por la estancia se ven otros muchos objetos con el mismo fin, como una lupa, un telescopio o unas lentes. Y por supuesto están las muchas obras de arte que se observan, de las cuales se disfruta a través del sentido de la visión. Por cierto, la presencia de ese telescopio es de lo más curioso, ya que sus características no se corresponden con la época en que fue pintado, y sería hasta más tarde cuando hubiera telescopios semejantes. Evidentemente este detalle ha provocado el interés por parte de los amigos del misterio.
La sala en la que se ubica la tela sería una de las estancias del antiguo Palacio Real de Bruselas. A priori tal acumulación de objetos, la mayoría de pequeño tamaño, en tan escaso espacio podría provocar cierto agobio. Sin embargo, Rubens lo resuelve con varios elementos.
Por ejemplo, coloca varios cuadros de gran formato como una reproducción de su propia obra La caza del tigre y del león. También ayuda a que el espacio y el espectador respiren con el pasillo por el que se ve que entran los rayos del sol o con la gran ventana que hay tras Venus y Cupido. Con ello nos relaja y nos lleva la vista hacia los edificios un tanto difuminados del castillo de Coudenberg, que era la sede de la corte de los archiduques.
En su momento este tipo de obras que representaban a su vez otras muchas obras de arte fue bastante común. Ya que por aquel entonces estaba naciendo el fenómeno del coleccionismo, y los coleccionistas querían que sus posesiones artísticas fueran objeto a su vez de una pintura. Algo que Rubens aquí aprovechó para repintar algunas de sus obras anteriores, como la ya citada Caza del tigre y del león, o La Bacanal en la parte inferior derecha. Y también está repintada una obra que pintaron a dos manos Rubens y Jan Brueghel el Viejo, se trata de la Virgen con el niño en brazos, en el lateral derecho. Allí Rubens había pintado a su primera esposa Isabella Brant como María, mientras que Brueghel había realizado la guirnalda floral que la rodea. De modo que ese cuadro era un compendio entre el barroco italianizante que caracterizó la pintura religiosa de Rubens y el detallismo cercano a la miniatura típico de la escuela flamenca a la que pertenecía Jan Brueghel.