La felicidad de la Regencia de Rubens
Esta es una de las obras que conforman uno de los más grandes encargos que recibió el pintor flamenco Peter Paulus Rubens. El ciclo de más de una veintena de grandes telas que debían decorar el ala oeste del Palacio de Luxemburgo en París y que representaran la vida de la reina regente María de Medicis. Unas pinturas que hoy se pueden ver en el Museo del Louvre de la capital francesa.
Era un encargo de mucha enjundia, pero también tenía sus condicionantes, como que la reina regente tenía derecho a cambiar aquellas obras que considerara que no alababan suficientemente su persona y su gobierno. Por eso en su momento dado decidió eliminar del conjunto una tela que Rubens había titulado Maria de Medicis abandonando París. Algo que no le satisfizo y le hizo sustituirlo rápidamente. El resultado fue este óleo de La felicidad de la Regencia mucho más glorificador de la encargante. Aunque tenía algo menos de verdad, ya que su periodo de gobierno fue mucho más inestable que lo que nos quiere transmitir esta imagen.
Lo cierto es que Rubens hizo la obra con mucha premura de tiempo y sin demasiada preparación en comparación con otras de sus creaciones. Y sin embargo es una obra maestra, y con mucha unidad. Algo muy a destacar dado el habitual trabajo de un equipo de colaboradores en sus encargos.
Es una obra muy unitaria en su factura y también en la idea general de la representación. Lógicamente la escena la preside la figura de Maria de Medicis sentada en su trono y con una balanza, símbolo incuestionable de justicia y buen gobierno. Además está rodeada por Cupido y Minerva, el amor y la sabiduría.
En realidad todo está lleno de alegorías. Están por ahí la cornucopia de la Abundancia o las alusiones a las ciencias, las artes, la riqueza.
En definitiva una obra de encargo concebida a mayor gloria de quien paga. Una reina que incluso no tiene reparos en aparecer con un pecho descubierto, algo impropio de su cargo y también de su edad, ya que por entonces, el año 1623, esta mujer ya tenía una edad considerable. Sin embargo, Rubens no solo sabe captar a la perfección lo que busca quién le paga, consigue hacer una obra de arte con ello. Una esplendorosa obra del Barroco repleta de color y movimiento tanto en la composición como en los gestos de todos y cada uno de los personajes representados.