La isla de los muertos de Arnold Böcklin
Esta es la obra más famosa del pintor simbolista Arnold Böcklin (1827 – 1901). Y lo es por su calidad pictórica, por sus enigmas y también por los muchos artistas y personalidades a las que ha fascinado.
Si nos ceñimos a su representación. Lo cierto es que es una imagen relativamente sencilla. Las aguas del mar y una isla cuyo perfil bien nos puede parecer un gigantesco sepulcro. Y es que todo en la imagen parece vincularse con la muerte, desde los cipreses que son la única vegetación isleña hasta los nichos que se ven abiertos en las paredes de la isla, que bien pueden ser la entrada a panteones fúnebres excavados en la roca.
Además a ella está llegan una barca, con un personaje vestido de blanco, que se ha identificado con Caronte. Es el barquero que lleva las almas tras la muerte, así que tal vez esas aguas sean las de la Laguna Estigia, tal y como se ha pintado innumerables veces en la Historia del Arte.
No obstante hay que decir que todo esos interpretaciones que no fueron nunca confirmadas por el autor. De hecho, Böcklin ni siquiera le puso título al cuadro. Fue su marchante quien lo hizo. Por cierto, un mismo título para cinco versiones distintas de la misma escena. Todas ellas muy similares, salvo ciertos detalles de color o sutiles variaciones en el punto de vista. De esas cinco versiones, realizadas entre 1880 y 1886, solo una se perdió y fue destruida durante los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, mientras que las otras cuatro están hoy en día en diferentes museos y colecciones de Nueva York, Berlín, Leipzig y Basilea, la ciudad suiza natal de Arnold Böcklin.
Y, ¿por qué hizo tantas versiones? Porque hizo una primera por encargo y luego llegaron otras peticiones posteriores, a lo que hay que sumar cierta obsesión con la muerte por parte del autor. Especialmente por la muerte de una de sus hijas pequeñas. Si bien es cierto que de los 14 hijos que tuvo el artista vio morir a 8.
En definitiva que es una imagen cargada de sentimiento y con la atmósfera pesada y enigmática que envuelve a muchas de las grandes obras del movimiento simbolista. El cual por otra parte invita a que cada cuadro sea interpretado en claves muy personales. Y quizás ahí radica su éxito.
No hay que olvidar que La isla de los muertos fascinó a otros creadores muy dispares, desde pintores como Dalí, Munch o Magritte, hasta compositores como Sergei Rajmaninov o escritores como el dramaturgo August Strindberg o el novelista Vladimir Nabokov . Todos ellos hicieron sus propias interpretaciones artísticas del cuadro, cada uno en su respectiva disciplina creativa. Pero es que además el cuadro de Böcklin fue admirado por insignes personalidades como Lenin y Freud, y el propio Hitler tuvo una de las versiones originales en su colección personal.