La matanza de los inocentes, Rubens
La atribución a uno u otro artista de una obra de arte es uno de los elementos más complejos para los expertos en las artes plásticas, en este sentido debemos señalar como los principales museos cuentan con un buen número de académicos especializados en una u otra corriente artística o incluso en un pintor en concreto cuando éste cuenta con una producción lo suficientemente dilatada. Pese a ello no siempre resulta sencillo conocer el nombre del autor de una obra concreta por muy conocido que éste pudiera ser, la documentación bibliográfica a menudo aparece fragmentada y las colaboración entre el artista y su taller dificultan la tarea tanto como el hecho de que múltiples seguidores continuaban fielmente el estilo y las formas artísticas de los grandes maestros.
La obra que aquí analizamos y conocida como La matanza de los Inocente del pintor flamenco Pedro Pablo Rubens ha sufrido los avatares de la dificultosa identificación de su creador. Rubens (1577 – 1640) es uno de los mejores representantes de la escuela barroca flamenca y su fama traspasó las fronteras de toda Europa, consagrándose ya en vida como uno de los pintores más importantes de su tiempo. Su primera formación en el campo pictórico comenzó con artista de segunda fila cuya destreza pronto era superaba por el aprendiz y consciente de que su formación debía aumentar, decidió viajar a Italia a principios del siglo XVII. Allí trabajó en la corte del Duque de Mantua y mantuvo sus primeras relaciones con la corona española que acabaría siendo uno de sus principales comitentes.
Fue precisamente gracias a los archiduques Alberto de Austria y Clara Eugenia que Rubens tuvo la posibilidad de retornar a Flandes desde donde trabajaría para la Casa de los Austrias. Fue precisamente en esta época de su regreso cuando el artista pintó la obra que aquí nos ocupa de la que existen por lo menos dos versiones diferentes, uno de ellos se conserva en Canadá y el otro en la Pinacoteca de Múnich.
El primer lienzo se hallaba en una colección de Austria cuando a mediados del siglo XVIII la obra se adjudicó al ayudante de Rubens Jan van den Hoecke pasando el lienzo a una noble familia austriaca y cayendo en el olvido hasta que en los primeros años del siglo XXI, el experto en pintura flamenca George Gordon encontró la obra en una subasta de arte de Londres y pudo certificar que se trataba de un auténtico cuadro del pintor flamenco. Desde entonces su valor no hizo más que subir y en el verano del 2002 fue vendida por más de setenta y seis millones de dólares, lo que la convertía en la obra de arte clásica más cara de la historia.
En el episodio bíblico de la Matanza de los Inocentes Rubens compagina a la perfección el ambiente clasicista que aprendió en Italia con las formas manieristas de cuerpos desnudos y musculados a la vez que el dinamismo del barroco se hace presente en la composición.