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La pintura flamenca

Publicado por Laura Prieto Fernández

En una época a caballo entre el final del estilo gótico y los primeros pasos renacentistas desarrollados en Italia, aparece en el siglo XV un nuevo estilo artístico como reacción ante las manidas fórmulas del gótico internacional.

Su principal característica será la intensa preocupación por el detallismo, procedente de una nueva mentalidad de la burguesía del norte de Europa. Fue precisamente la utilización de la pintura al óleo lo que permitió ese detallismo y la representación más precisa de la luz y de las relaciones de volumen y profundidad. Si bien es cierto que esta técnica era conocida desde la Antigüedad, es con los primitivos flamencos cuando se consagra como una de las técnicas más importantes de pintura. Además, el óleo permitió a los flamencos trabajar con el efecto de veladuras, finas capas de pintura que permiten observar las capas inferiores, lo que proporciona una gran verosimilitud.

El jardín de las delicias, El Bosco.

Experimentan con el espacio obteniendo efectos ilusionistas ópticos superiores a los italianos, pero de un modo intuitivo, ya que no intentaron crear un sistema de geometría perspectiva.

Crearon un nuevo sistema de representación basado en la perspectiva monofocal: concebían la composición de las escenas desde un único punto de vista, identificado con el ojo del pintor, que determina las relaciones de profundidad, tamaño, luz, color, volumen, etc.

Como consecuencia de todos estos aspectos, paulatinamente se fue alcanzando un grado de destreza que permitía al pintor incorporar cualquier detalle accesorio al tema central del cuadro. Además se logró una excelente calidad en la representación de los materiales y un importante desarrollo del retrato.

Los temas que utilizaron fueron tanto religiosos como profanos, pero siempre rodeados de un ambiente de cotidianidad, recreando la vida de la clase burguesa.

Uno de los artistas flamencos más importantes fue Jan Van EycK, con un papel igual al de Giotto en Italia. En sus obras se aprecia un gran simbolismo en cada detalle que dificulta la interpretación de la misma. Como sus clientes eran casi siempre particulares, la mayoría de su producción se realiza en pequeño formato, con la excepción del Políptico del Cordero comenzado por su hermano Huber Van Eyck. Alguna de sus obras más importantes son Matrimonio Arnolfini o el retrato del canciller Rollin ante la Virgen

Roger van der Weyden, aunque en sus obras también se aprecia cierto componente metafórico su actitud no fue tan intelectual como la de Van Eyck. Algunas de sus obras son muy expresivas, incluso patéticas, pero sin detrimento del acabado de los personajes. Entre sus obras más importantes cabe destacar El Descendimiento Tríptico de Miraflores, El Tríptico Columba o El Juicio final.

Hans Memling representa el lado más amable, grato y suave de la pintura flamenca. Aúna los esquemas compositivos de Van der Weyden con una maestría técnica en el uso del color. Su obra es la más extensa de todos. Destacan las obras: Relicario de Santa Úrsula o el Tríptico de los Santos Juanes.

Paralela a la escuela flamenca, se desarrolló en Holanda una escuela menos rica e interesante, pero que en su seno nació uno de los más grandes artistas de la historia del arte, El Bosco. Su obra es imaginativa, fantástica, llena de símbolos y ajena a lo común. En la actualidad sigue teniendo gran fascinación por su supuesta heterodoxia y relación con sectas. Algunas de sus obras más famosas son Tríptico de San Antonio, El Carro del Heno, la obra donde mejor se aprecian sus enigmas y El Jardín de las Delicias, tríptico que escapa a todas las clasificaciones posibles.