Lienzo de Tlaxcala
La obra que aquí nos ocupa hoy, el conocido como Lienzo de Tlaxcala, es uno de los mejores ejemplos de arte como fusión de dos culturas completamente diferentes. Si las producciones artísticas de un mismo lugar presentan una gran diversidad debido a las distintas corrientes artistas que se solapan en el tiempo entre sí, cuando en un lugar determinado se da una confluencia de culturas completamente distinta –como ocurrió con la llegada de los españoles a América- se producen entonces, obras de arte tan singulares y especiales como esta que nos encontramos aquí y en las que la diversidad de formas, estilos e iconografías nos hablan de la riqueza de dos civilizaciones muy distintas entre sí.
La ciudad de Tlaxcala es uno de los estados más pequeños de la actual México D.F. pero en la época precolombina la ciudad gozó de gran popularidad. Su situación cercana a la capital azteca la convirtió en lugar de paso para los colonizadores españoles y si bien es cierto que lo lugareños se opusieron en primer lugar a la dominación hispánica, finalmente la ciudad se convirtió en uno de los grandes apoyos de Hernán Cortés para lograr sitiar la capital de Tenochtitlán. A cambio los tlaxcaltecas lograron cierta situación de independencia y respeto siempre que éstos siguiesen colaborando con la conquista española, así como el título de Ciudad Leal.
Es precisamente en este contexto en el que se realizó la obra que aquí analizamos, una gran tela de algodón que dataría de la segunda mitad del siglo XVI, en torno al año 1552, y que tiene más de cinco metros de anchura y dos de altura. La pieza fue encargada a un artista local por Luis de Velasco, virrey de Nueva España, con el fin de representar la dominación española en el territorio azteca así como la colaboración con sus aliados.
La obra resulta curiosa ya que no está configurada como si de una pintura tradicional se tratase, sino que se ha representado la escena a modo de historieta o viñetas y en ella se pueden apreciar tanto las influencias occidentales llegadas de Europa como la tradición colonial. En el centro de la composición nos encontramos el escudo del emperador Carlos I y bajo éste una gran cruz como símbolo del dominio español y la imposición de la religión cristiana. Rodeando la escena de la cruz, en la parte central inferior aparecen un grupo de nobles españoles completamente vestidos de negros que contrastan con los nobles aztecas que se unen a ellos y que portan coloridas vestimentas.
Además de la representación de la dominación española y la colaboración de los tlaxcaltecas, el Lienzo de Tlaxcala también ofrece una visión detallada de la vida cotidiana en la época. Se pueden observar escenas de agricultura, caza y pesca, así como ceremonias religiosas y rituales. También se ilustran las batallas y conflictos que surgieron durante la conquista, lo que proporciona una visión única de la historia desde la perspectiva de los tlaxcaltecas.
Completando la escena se narra la dominación de los aztecas en viñetas muy sencillas y cuya representación resulta muy didáctica, que debe ser leída de izquierda a derecha y desde arriba hasta abajo. En origen se hicieron tres copias distintas del Lienzo de Tlaxcala, una de ellas debía de quedarse en la propia ciudad mientras que las otras dos serían enviadas a España y México respectivamente, no obstante ninguno de los tres lienzos originales se ha conservado y en la actualidad tan solo lo conocemos a través de copias posteriores.
Es importante destacar que el Lienzo de Tlaxcala no solo es una obra de arte, sino también un documento histórico de gran valor. A través de sus imágenes, podemos obtener una visión detallada de la conquista de México desde la perspectiva de los tlaxcaltecas, una perspectiva que a menudo se pasa por alto en los relatos históricos tradicionales. A pesar de la pérdida de los originales, las copias que se conservan nos permiten apreciar la riqueza de detalles y la complejidad de esta obra única.