Chac Mool
La figura de Chac Mool es una de las más controvertidas de la escultura precolombina en México. Y al mismo tiempo es una representación muy abundante, ya que aunque la primera la halló el viajero y explorador británico Auguste Le Plongeon en 1875 dentro de las ruinas mayas de Chichén Itzá, posteriormente se han encontrado numerosas figuras semejantes. Tanto en otros yacimientos mayas, como también en lugares mucho más vinculados con la cultura tolteca como Tula, y gran parte del territorio mexicano: en los yacimientos de Tenochtitlán junto a Ciudad de México, en Querétaro, Veracruz, Michoacán o Tlaxcala. E incluso en otros países de Centroamérica como Guatemala, El Salvador, Honduras o Costa Rica.
Y la verdad es que es algo enigmático saber porque este tipo de representación fue pasando de un lugar a otro y de cultura en cultura en un amplio lapso de tiempo. Porque independientemente de la época y el lugar, siempre se trata de una figura recostada, con las piernas recogidas hacia su tripa, mientras que la cabeza está girada hacia uno de los lados como mirando al espectador. Y además siempre lleva una especie de recipiente. Por otro lado, el material en que se realizan es tan variado como sus ubicaciones, desde cerámica a piedra volcánica. Y por otra parte puede variar su presentación, desde ser un cuerpo desnudo hasta ricamente vestido y ataviado con joyas, en gran tamaño o en miniatura.
¿Es la víctima de un sacrificio, un sacerdote, un dios, un mensajero divino, un guerrero? No se puede asegurar. Los investigadores no terminan de ponerse de acuerdo al respecto, como ocurre con muchas cuestiones iconográficas referentes al arte prehispánico. Pero casi todas las teorías dicen que pudo ser un elemento clave para la realización de sacrificios, muchos de ellos humanos. Y allí es donde se pudieron colocar los corazones tras arrancarlos de las víctimas o donde se hacía ofrendas de lo más peculiar, y dependiendo de las costumbres de cada pueblo que adoptó esta figura.
No obstante, también hay quién lo identifica con uno de los dioses importantes, el de la lluvia o Tlatoc, el dios Jaguar e incluso el dios de la Vida en actitud de descanso. Una interpretación que por ejemplo compartió el escritor mexicano Carlos Fuentes, el eterno candidato al Premio Nobel de Literatura, quien escribió un cuento con el nombre de Chac Mool. Un ejemplo de cómo la historia y el arte se va retroalimentando a lo largo de los siglos.