Los comedores de patatas de Vincent van Gogh
Esta obra realizada por el pintor holandés Vincent van Gogh en el año 1885 se incluye dentro de su producción inicial. De hecho, se tiene constancia de obras pintadas por este autor desde el año 1883. A lo largo de toda esta etapa de formación, su arte se muestra muy influido por el realismo típico de la escuela pictórica holandesa, y en cuanto al estilo también es muy propio de la tradición artística de los Países Bajos, ya que se ve su gusto por el claroscuro en forma de contrastes elementales entre la sombra y la luz, y el color suele ser bastante denso y espeso.
Esta obra de Los Comedores de patatas se integra dentro de una serie de imágenes en las que quiere mostrar la vida miserable de los campesinos, los tejedores y los mineros del pueblo en el que vivía. Se nos muestra tremendamente preocupado por el dolor y el sufrimiento de sus vecinos, y lo expresa sobre todo a partir del colorido elegido, en el que predominan la gama de los tonos pardos y de los marrones. Unos colores que enmarca gracias a un dibujo de rasgos muy fuertes y también de gran dinamismo.
Esta tela en la actualidad se conserva en el museo de Amsterdam que guarda gran parte de la producción de este artista y que lleva su propio nombre. De alguna forma se puede considerar como el punto final a esa experiencia artística de denuncia social y su visión moral sobre esas situaciones de los trabajadores de la época.
Y además es una obra, que pese a ser temprana y anterior al periodo en el que realizara sus obras maestras más admiradas y valoradas, se puede concluir que es un trabajo en el que se aprecian algunas de sus constantes estilísticas que desarrollará en los años posteriores, no muchos ya que murió en 1890.
Estos elementos definitorios de su estilo son por ejemplo su particular dibujo para remarcar los contornos de las figuras, que aquí le sirven para transmitir la situación paupérrima de los protagonistas. Así se pueden ver unas manos deformadas por el trabajo duro, unos rostros huesudos propios de los grandes esfuerzos y el poco alimento. Todo ello lo plasma cruelmente con pinceladas muy agresivas y vibrantes, una expresividad a la que sin duda colabora que toda la escena únicamente está iluminada por una lámpara central que baña con luz desigual a los personajes.
De algún modo, por su temática sería un trabajo emparentable con los cuadros realistas de Millet, el cual en su última época también ennegrecía mucho sus obras, así como estaban imbuidas de un claro espíritu religioso, lo cual también le acerca a Van Gogh.
Sin embargo, a la hora de retratar a las personas, parece que Van Gogh le dé cierto tono de caricatura, aunque no era esa la intención del autor.
Y sobre todo esta obra, que él mismo consideraba su primer cuadro, y que todo lo anterior eran estudios y bocetos, sirve para ver que desde sus comienzos aparece una de sus mayores aportaciones a la pintura. Se trata de como se nota claramente el pincel, como deja zonas de pasta a las que le da relieve, sobre todo en las partes iluminadas. Algo típico de toda la producción de Vincent van Gogh.