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Los efectos de la intemperancia, Steen

Publicado por Laura Prieto Fernández

Son muchos los autores barrocos que optan por el caos y el desorden en sus composiciones, quizá como una forma de encararse hacia la pintura renacentista más pensada, pausada y ordenada; en este sentido, en la pintura barroca reina el movimiento, los personajes que se mueven por el lienzo ocupando la mayor parte posible de espacio y transmitiendo al espectador un auténtico caos. Pero si tuviésemos que elegir a un solo pintor barroco como representante de ese caos, sin lugar a dudas sería Jan Steen.

Steen (1626- 1679) y cuyo verdadero nombre es Jan Havicksz Steen, fue uno de los artistas más destacados en la Edad de Oro Holandesa. Su familia regentaba una taberna en Leiden por lo que el artista conocía de primera mano la algarabía de estos lugares que tantas veces plasmó en sus lienzos. Se formó en el taller de Nicolaes Knüpfer y, a mediados de siglo, ya formaba parte del gremio de pintores.

El cuadro que aquí analizamos data de entre 1663 y 1665 y lleva por título Los efectos de la intemperancia; se trata de un óleo sobre lienzo de formato horizontal que mide unos ciento seis centímetros de ancho por setenta y seis de altura. En él podemos observar como una madre pierde las riendas de su hogar al caer dormida por los efectos del alcohol. La mujer se ha quedado dormida descansando la cabeza sobre su propio brazo mientras que con la otra mano, deja caer el encendedor todavía prendido y a riesgo de quemarse el vestido.

Por el suelo vemos los restos del banquete mientras que a su alrededor los que se suponen son sus hijos hacen todo tipo de pillerías: uno trata de robarle el monedero con el fin de conseguir algo de dinero fácilmente, otros tres dan de comer a un obre gato un pastel de carne, la criada invita al loro para que beba vino de una copa de plata y al fondo, en la derecha, vemos como el marido de la dama flirtea con una muchacha de generoso escote.

El cuadro de Steen es un verdadero caos, ambientado en una escena costumbrista el artista introduce una enseñanza moralizante que debe hacer reflexionar al espectador. Según los expertos este lienzo está basado en un refrán típico holandés que vendría a significar algo así como la ocasión hace al ladrón.