La visita del doctor de Jan Steen
El artista barroco Jan Steen (1626 – 1679) es uno de los mejores representantes de la pintura costumbrista que tanto triunfo en los Países Bajos durante el siglo XVII. Tiene cuadros con todo tipo de escenas cotidianas en la sociedad holandesa. Por ejemplo, La fiesta de un bautizo o el retrato que hace de cómo era una colegio rural en su cuadro La Escuela de la aldea.
Hubo ciertos temas a los que les dedicó varios cuadros, tanto porque le interesaban personalmente como que sin duda tenían cierto éxito y los vendía con facilidad. Uno de esos temas fue la medicina de la época y pintó hasta en 18 ocasiones una escena en la que el médico visita a una paciente, siempre mujer. Un ejemplo es este óleo sobre tabla titulado La visita del doctor, realizado entre los años 1665 y 1668, y que actualmente guarda el Museo Mauritshuis de La Haya.
Como en tantas obras de Steen la escena no solo es como una instantánea de las costumbres de la época, sino que también tienen mucho humor. Al pintar este tipo de escenas de una joven que es visita por el médico, por regla general el esquema se repite. La muchacha está postrada en la cama, de una manera tan dramática como romántica, ya que habitualmente su dolencia suele ser el mal de amores o incluso embarazos no deseados.
Eso lo sabemos porque suele haber cierta complicidad entre la criada y el doctor. Además de que también es habitual que la labor del médico se reduzca a examinar la orina de la mujer, como en este caso, y a veces le toma el pulso. Mientras ella está lánguida, triste y dolorida sobre un cómodo lecho y un sinfín de almohadones.
No obstante, también hay interpretaciones que hablan de que el doctor podría estar pensando que tiene un problema de “útero errante”. Una supuesta enfermedad que se tomaba muy en serio en la época, y según la cual, el útero de una chica de cierta edad comenzaba a moverse por el organismo si está permanecía virgen, o sea sin marido.
Esa enfermedad no existe en realidad, y aún así para remediarlo los médicos solo podían recetar una cosa: tener relaciones. Algo que Jan Steen aquí plasma con su característico humor mediante la presencia de dos pequeños perros en la parte alta de la escalera. Dos perros que se olisquean como acto previo a practicar sexo. Una idea con la que también se vincula el gran cuadro que hay en la parte alta de la habitación sobre la cama, una escena de carácter mitológico en la que unos hombres están raptando a unas mujeres.