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La fiesta del bautizo de Jan Steen

Publicado por A. Cerra
La fiesta del bautizo de Steen

La fiesta del bautizo de Steen

La pintura flamenca a lo largo de muchos siglos ha tenido siempre un campo temático dedicado a las imágenes costumbristas, en las que los protagonistas nos plantean escenas de lo más cotidiano, siempre muy espontáneas y en las que suele respirarse una atmósfera de alegría. Algo que se remontaba incluso a muchas miniaturas medievales, como se puede ver en el Libro de Conquistas de Carlomagno ilustrado por Tavernier. Aunque sería posteriormente con Pieter Brueghel el Viejo cuando alcanzaría su máxima expresión con obras como La boda de aldeanos. Una obra con la que esta Fiesta del bautizo realizada en 1664 por Jan Steen tiene grandes paralelismos.

De hecho, Jan Steen (1626 – 1679) sería en el siglo XVII el equivalente a Brueghel, y él llevaría la pintura de género a su perfección durante el barroco holandés. Curiosamente, la pintura de Steen es bien diferente a la de su suegro Jan Van Goyen, quién con obras como Un molino de viento junto a un río es uno de los máximos representantes de otro de los campos emblemáticos de la pintura tradicional flamenca: el paisajismo.

Y otro dato curioso sobre Steen, es que no fue un artista a tiempo completo. En realidad, sus pinturas no le daban para vivir, por lo que realmente se ganaba la vida como posadero. Y por lo tanto es fácil imaginarse que una escena como la que nos presenta en la Fiesta del bautizo la viera él con sus propios ojos, mientras atendía al banquete.

Muchas de sus obras se entienden dada esa ocupación profesional, la cual sería un torrente continuo de inspiración de la que luego surgirían sus cuadros cargados de alegría, de tópicos y de detalles humorísticos que son una constante en su obra.

En ese caso se ve una estancia repleta de gente, en la que se distingue a la mujer que acaba de tener a un niño y a su lado la cuna para el bebé. Es el padre quién sostiene orgulloso a la criatura en brazos, mientras amigos y familiares le rodean. Se trata de una escena de enorme alegría, muy fácil de mirar y de entender.

Pero además del propio tema y del goce de la vida que nos transmite, es obligado decir que Jan Steen fue un verdadero maestro de la pintura. Para crear esta escena colmada de personajes y en un espacio reducido se manifiesta una estudiada composición, en la que todos ellos se disponen alrededor de la mesa, e incluso coloca una mujer que nos da claramente la espalda. Esta mujer ocupa el primer plano del cuadro y llama poderosamente la atención, no solo por los colores de su vestimenta, sino por su rotundo volumen y su calidad pictórica. En definitiva, Steen es uno de los grandes pintores del Barroco holandés, una época en la que coincidió con genios de la talla de Rembrandt o Vermeer, por lo que a veces su talento ha quedado eclipsado en los manuales de la Historia del Arte.