Los Postimpresionistas (I)
En los últimos años del siglo XIX unos cuantos pintores conocidos como postimpresionistas, van a iniciar cambios en la pintura que tendrán una gran repercusión en el arte del siglo XX. Son conocidos con ese nombre porque todos ellos parten del Impresionismo, para poco a poco ir configurando un nuevo lenguaje, cada uno el suyo, particular y personal, con el que abrirán camino hacia varias de las tendencias de las vanguardias del siglo siguiente. En estos años finales del siglo XIX, se marcan algunos de los más destacados fundamentos del arte contemporáneo, como son en primer lugar, la liberación del tema, así el cuadro no necesita reflejar fielmente la realidad, ya que para eso existe la fotografía, con lo que el valor de una obra de arte no está ligado a lo que representa, sino a la forma propiamente dicha en que se muestra. Con ello el arte de pintar se convierte en un fin en sí mismo. En segundo lugar se generaliza el desprecio hacia la perspectiva tradicional que se venía practicando desde el Renacimiento y, en tercer lugar, la reafirmación del individualismo del artista frente a la homogeneidad del grupo, estilo o tendencia.
En primer lugar cabe hablar de Vicent van Gogh, artista holandés que llegó a París en el año 1886, donde aprende la técnica impresionista. En 1888 se instala en Arlés, donde lleva a cabo su obra más íntima y personal y vive parte de los dos últimos años de su vida, ya que se suicidó en 1890. La pintura de Van Gogh es fiel reflejo de su personalidad esquizofrénica, el vehículo a través del que canaliza su angustia (preludiando así el uso del arte como terapia). La vida, la muerte, sus fracasos personales, toda la carga que le supone su atormentada existencia se manifiesta en su obra. Debido a ello es el pintor que representa como nadie la subjetividad del artista y su afectividad. A partir de su instalación en Arlés, su pintura se va a ir orientando hacia una estética expresionista muy personal, ya que al llegar le entusiasma la luz que hay en la zona, en la Provenza. Allí pinta paisajes y figuras de formas serpenteantes, flamígeras que traducen su fuego interno. Su pintura adquiere aquí el pleno dominio de sus medios expresivos, las pinceladas dinámicas, vigorosas, personales, alargadas espesas, y densas (parecen comas). Pintó gente, cosas y el paisaje que le rodeaba con una pasión que actúa sobre la línea, el color y el espacio, creando un lenguaje especial con una fuerza y autenticidad incontenibles. Su fuerza visual es tremenda. Entre su obra destacan “Los girasoles”, varios “Autorretratos”, “Noche estrellada”, etc. Tal vez una de sus obras más reproducida sea su “Habitación en Arlés”, que nos va a servir para indagar un poco en la persona y en el artista que fue Van Gogh, ya que en sus cartas a su hermano Theo escribe al respecto del cuadro que está pintando “Solo el color debe predominar aquí, dando con su simplificación un estilo más grande a las cosas, sugiriendo el reposo o el sueño en general. En fin, con la vista en el cuadro, debe descansar la cabeza o más bien la imaginación”. El quería sugerir descanso, tranquilidad y sosiego, ya que es lo que desea desesperadamente, pero el resultado es un espacio claustrofóbico, con los objetos inestables, la perspectiva oscilante, elementos que muestran la inquietud de su espíritu, adquiriendo las imágenes una carga simbólica estrechamente ligada a sus estados de ánimo. Por todo lo que acabamos de exponer, Van Gogh constituye el antecedente más inmediato del expresionismo del siglo XX.