Los Postimpresionistas (II)
Paul Gauguin es un pintor representativo del artista rebelde, enfrentado a la sociedad burguesa de la época. Fue un artista muy personal que ejerció una gran influencia en varios movimientos posteriores. Además de su faceta como pintor, fue un artista interesado por las artes decorativas como la cerámica, la talla e incluso la tapicería, anticipándose al concepto de “obra de arte total”. Al igual que Van Gogh, su pintura parte del impresionismo en el que se inicia de la mano de Pisarro, pero cuando alcanza su punto álgido es cuando en 1891 viaja a Tahití, se enamora del lugar y se instala en él. Gauguin viaja para sumergirse en la vida de los salvajes, para traducir, como lo haría un niño, las concepciones de su mente con la única ayuda de los medios artísticos primitivos, para él, los únicos verdaderos. Gauguin cree que la pintura no debe reflejar la naturaleza, sino que es algo autónomo, por lo que sus elementos esenciales, el dibujo y el color, también deben de serlo. En su obra observamos la importancia y la exaltación del color (aspecto que va a influir decisivamente en los fauvistas) que adquiere una intensidad poética. Con Gauguin, el color se independiza del objeto, disponiéndolo en el cuadro de manera arbitraria (así podemos encontrar prados pintados de rojo). Además de ser arbitrario, aplica el color en áreas planas, separando los campos de color con nítidas líneas de contorno negras, como si de una vidriera se tratase. Sus combinaciones de color son muy personales, destacando los violetas con los verdes y los naranjas. Su obra está plagada de mitos y referencias de los Mares del Sur, de manera que a nosotros se nos hace difícil en ocasiones comprender el significado de las figuras, de sus referencias y hasta de sus títulos. Esta actitud hacia el mundo primitivo abre la puerta a numerosos pintores del siglo XX (naïf, primitivismo). Gauguin también renuncia a la perspectiva y al volumen, suprimiendo el modelado y las sombras, ya que la luz deja de tener un papel activo en el lienzo. En su obra une lo que ve y lo que imagina, lo que va a influir en los nabis y en los simbolistas. Como sus temas favoritos son escenas de la vida de los nativos, entre sus obras destacamos “Mujeres de Tahití”, “Arearea”, “Matamua”, etc.
Paul Cézanne es otro de los pintores impresionistas que, partiendo del movimiento evoluciona hacia un lenguaje personal. Cezanne reflexiona acerca de las relaciones entre la forma y el color, buscando en la naturaleza las formas esenciales, permanentes y que rigen todos los objetos. Para él estas formas son las geométricas, la esfera, el prisma, el cilindro, la pirámide, etc. Su gran aportación a la historia del arte es pues la simplificación geométrica de las formas, concibiendo la realidad pictórica organizada mediante la abstracción. La geometrización de las formas es una de las bases esenciales del cubismo. Cezanne concibe el paisaje y las naturalezas muertas en términos casi de arquitectura, ya que los planos se ensamblan unos con otros en una actitud claramente precubista. Sus paisajes de Provenza muestran claramente sus diferencias con el Impresionismo, ya que el agua, por ejemplo, no muestra reflejos cambiantes, sino que aparece como una masa dura, opaca, y las composiciones son firmes, estudiadas, delimitadas en zonas separadas, a base de pinceladas largas, que se ensamblan entre sí. En sus naturalezas muertas presenta además distorsiones formales, con ligeros cambios en los puntos de vista de los objetos. Este nuevo modo de representar del pintor y su nueva concepción estética, parte de la Naturaleza, pero en palabras del pintor, “…la pintura es una armonía paralela a la Naturaleza…” y como sabemos, las paralelas no se tocan. La pintura se considera así un mundo propio, diferente al natural.