Mujer reclinada con medias verdes de Schiele
Este es uno de los más famosos dibujos de carácter erótico que realizó el pintor austriaco Egon Schiele a lo largo de su corta vida (1890 -1918). Un artista que pese a ser contemporáneo y discípulo de Gustav Klimt se decantó en muchas ocasiones por una estética bien diferente, como se puede ver entre una de las obras más emblemáticas de Klimt, El Beso, y esta otra de Schiele.
Esta obra la hizo sobre papel con crayón y gouache en el año 1917, ya cercano a la muerte, pese a tener una edad de 28 años. En ella vemos los rasgos definitorios de su pintura. Se trata de un estilo de trazos gruesos, con una figura muy retorcida y salpicaduras de color de carácter bastante abstracto, que no llegan a rellenar por completo ninguna forma. Un estilo que se ha convertido en un verdadero referente para imágenes eróticas de cualquier índole.
Schiele poseyó un estilo tremendamente personal, a menudo inclasificable. Pese a ello, por el momento y el lugar con el que vivió, se le ha adscrito a la pintura de la Sezession de Viena y también al expresionismo alemán, pero lo cierto es que aunque pueden encontrarse paralelismos con sus coetáneos, su producción alcanza una dimensión única. En realidad, creó un estilo que se anticipó varias décadas a otros estilos que surgirían durante los años posteriores del siglo XX en algunas corrientes de vanguardia, tanto en el ámbito puramente pictórico como en otras disciplinas relacionadas con la ilustración y el mundo del cómic.
Por otro lado, Schiele retrata una Viena diferente a la imagen clásica de una ciudad esplendorosa. Por regla general nos presenta unos ambientes decadentes, muy sórdidos, casi abyectos. Retrata mujeres como ésta, que no son bellas a primera vista, pero sí que son francamente interesantes. Y las presenta en poses lujuriosas. De hecho se le acusó de ser excesivamente erótico, y él no lo negó, pero al mismo tiempo reivindicó que por tratar esa temática no dejaban de ser obras de arte. Y no solo eso sino que sentenció “también la obra erótica es sagrada». Su admirado Klimt igualmente posee su aspecto erótico, pero es mucho más voluptuoso y sensual que Schiele.
Las mujeres de Egon Schiele son de cuerpos retorcidos, en muchas ocasiones distorsionados. Ni siquiera parece que estén cómodas en esos posados. Nos transmiten un ambiente de experimentación sexual, pero también de decepción y de tristeza. Lo cierto es que en muchos casos recurrió a prostitutas para pintar ciertas imágenes, aunque no hay que pensar que por la cantidad de cuadros eróticos y por los modelos que utilizó se trató de un personaje promiscuo, ya que se conocen quién fueron sus parejas, con las cuales mantuvo relaciones estables.