Arte

El abrazo de Schiele

Publicado por A. Cerra

El abrazo de Egon Schiele

El pintor austriaco Egon Schiele se ha convertido en uno de los máximos ejemplos del arte erótico. Si bien en su tiempo, sus dibujos y cuadros con cuerpos desnudos mostrando claramente los órganos genitales, como en el caso de la Mujer reclinada con medias verdes, llegaron a considerarse pornografía. Y no solo eso, fue acusado de pornógrafo y de corruptor de menores, y aunque finalmente demostró su inocencia, pasó un tiempo encarcelado por ello.

Aquel periodo en prisión parece que le hizo moderarse un poco en sus imágenes, y al menos no eran tan evidentes las escenas de sexo o los genitales de sus figuras. Un ejemplo es este óleo titulado El abrazo que se expone en la Galería Belvedere en Viena, la capital de su Austria natal.

Y esto también coincidió con un hecho clave en su vida: el matrimonio. Se casó en 1915 con Edith Harms, y desde entonces para casi todos sus cuadros con mujeres, era ella la que posaba. De manera que lo que antes era carga erótica, a partir de su presencia también insufló una carga emocional y romántica. Algo que se puede ver en esta obra de 1917.

Hay erotismo sin duda en la imagen. Vemos dos cuerpos casi fundidos el uno con el otro. El resultado es un único cuerpo, un único ser, lo cual no deja de ser muy romántico. Pero la sensualidad también es evidente. Nos imaginamos la escena y la situación de una pareja haciendo el amor, y hay un dinamismo implícito, por ejemplo gracias a esas sábanas revueltas. Al igual que la silueta de los cuerpos nos transmite vitalidad gracias a la pintura nerviosa de Schiele.

Y por otra parte hay que destacar la composición en diagonal o el punto de vista elegido para visualizar la escena, desde arriba, y la composición en diagonal para organizar la escena. Todo ellos son elementos que remarcan el estilo expresionista característico de este artista.

Hay muchos otros elementos destacables, como el gran conocimiento anatómico que posee al autor, o sus líneas onduladas, gruesas y firmes que envuelven los colores, o el control absoluto de esos campos de color que parecen enmarcarse unos a otros. En definitiva, Egon Schiele, más allá de la temática de sus cuadros, fue todo un renovador de la pintura. Comenzó muy ligado al modernismo de su contemporáneo Gustav Klimt, pero pronto mostró su carácter individual, y la verdad es que no se sabe hasta dónde podía haber llegado su creatividad, ya que su vida, y también la de su esposa, se truncaron prematuramente un año después de pintar esta obra.