Arte
Inicio Pintura, Vanguardias Artísticas del siglo XX Nichols Canyon de David Hockney

Nichols Canyon de David Hockney

Publicado por A. Cerra

Nichols Canyon de Hockney

Fue el propio David Hockney el que explicó cómo se gestó este enorme lienzo (213 x 152 cm) realizado con pintura acrílica en el año 1980. Él recordaba que cuando se trasladó a vivir a los Estados Unidos, a la ciudad californiana de Los Ángeles, su estudio de trabajo estaba en la parte baja de la metrópoli, mientras que su vivienda se hallaba en las colinas, en Hollywood Hills. Y el trayecto entre ambos puntos lo hacía como mínimo un par de veces cada día.

Por otro lado no conocía a nadie allí, de manera que se fijaba mucho más en el paisaje, el cual le atraía fuertemente no solo por su agradable relieve y la vegetación, sino en especial por las serpenteantes carreteras y caminos que descubría. Y eso fue lo que reflejó en esta obra. Su paso por la carretera de Nichols Canyon.

Esa carretera sinuosa ya empezaba a ser parte de su vida, por el tiempo que pasaba circulando por ella. Y de hecho fue lo primero que pintó sobre la tela. Trazó con color negro ese recorrido de arriba abajo, convirtiéndolo en el eje de la obra, un eje vertical, ascendente y curvado.

Esa línea negra domina y destaca en la composición, por otra parte repleta de color como es habitual en las obras de Hockney de esa época. Con esos colores muy fuertes plantea campos de cultivo, árboles, palmeras, fincas, etc, con un sinfín de verdes, azules, amarillos y otros, pero lo que manda es la línea negra, cada vez más estrecha conforme asciende por la tela y por la colina. Y aunque todo está tremendamente estilizado, gracias a esa línea sinuosa es capaz de dar la impresión de profundidad. Aunque no hay una intención de representación en perspectiva al modo más tradicional, ni mucho menos.

Juega con esa línea ascendente, y con un punto de vista altísimo de contemplación del paisaje, que a su vez coloca casi de una forma vertical, como si fuera un plano, prácticamente nos da la impresión de una vista de pájaro. Aunque no sea nada coherente, ni lo pretenda. Porque lo cierto es que en este tipo de vistas y en otras que realizó durante esos años del paisaje que rodea a Los Ángeles, él prefirió volcar en gigantescos lienzos sus impresiones sensoriales. Eso le interesaba más que pintar con detalle lo que veía cada día desde la ventanilla de su automóvil.