San José Carpintero, Gegorge de la Tour
A menudo en la historia del arte la figura de San José ha quedado relegada a un segundo plano, normalmente las composiciones en las que aparece el padre terrenal son escenas de la sagrada familia, junto con María y Jesús o en las escenas de la Natividad, pero pocas veces hemos encontrado escenas en las que San José adquiriese gran protagonismo como la obra que aquí analizamos perteneciente al pintor barroco George de la Tour, una escena centrada en San José y el Niño Jesús en la que, no es que San José tenga más relevancia que María sino que ni siquiera aparece la Virgen, es una escena centrada en la figura del padre y su hijo.
Georges de la Tour (1593 – 1652) es una de los artistas más representativos del barroco francés así como de la tendencia tenebrista. Nacido en la localidad de Vic cerca de Nancy en la Lorena francesa De la Tour nació en el seno de una familia humilde pero que contaba con los recursos suficientes como para brindarle una educación. Parece ser que sus primeros pasos en la pintura tuvieron lugar en algún taller de la capital aunque lo más destacado para su educación fueron las obras de los artistas italianos y holandeses que no se sabe a ciencia cierta si pudo conocerlas debido a algún viaje que realizara o gracias al tránsito cultural que se movía por Europa.
Lo cierto es que fuera como fuese el artista se vio fuertemente influido por la tendencia tenebrista hasta tal punto que a día de hoy, sus cuadros están considerados como uno de los mejores ejemplos de efectos lumínicos en la estética barroca.
La obra que aquí analizamos y que lleva por título San José Carpintero, es un cuadro de formato vertical que mide unos ciento dos centímetros de anchura y algo más de ciento treinta de altura. Se trata de un óleo sobre lienzo que fue pintado en la década de los cuarenta, concretamente los expertos estiman que entre los año 1642 y 1645.
En el lienzo podemos observar una escena de trabajo rutinario, San José aparece serrando una viga mientras es iluminado por una vela que sostiene el Niño Jesús, que en aquel momento contaría con unos siete años de edad. A menudo los expertos han interpretado la viga que trabaja San José como una prefiguración de la cruz en la que morirá su Hijo.
La única luz que ilumina la escena es la que proviene de la vela que sujeta el Niño de modo que la estancia queda casi en la oscuridad salvo por esa pequeña fuente lumínica que arroja una luz dorada y crea un fuerte ambiente tenebrista. Especial atención merece la manera en la que el artista ha representado la mano de Jesús colocándola delante de la vela y haciendo que ésta sea casi translúcida en la zona superior de las falanges.