San Roque en el hospital de Tintoretto
Tintoretto es uno de los grandes herederos de la escuela pictórica veneciana durante la segunda mitad del siglo XVI. En ese periodo se va convertir en uno de los máximos representantes del arte manierista, fusionando en un mismo creador las características del color de Venecia, siempre esplendoroso, y modo de dibujar “alla maniera” de Miguel Ángel, y es que durante su juventud, Tintoretto hizo un viaje a Roma para conocer al gran maestro de la Capilla Sixtina, y sin duda su estilo tiene muchas influencias con aquel pintor.
De hecho, como podemos ver en esta obra, o en otras muchas de Tintoretto, como por ejemplo su célebre El Paraíso, vemos que se dedica a pintar figuras con un canon bastante alargado, y sobre todo con escorzos que le sirven para experimentar las más variadas posturas del cuerpo humano, al mismo tiempo que genera fuertes contrastes entre luz y sombra, o va jugando con los efectos escénicos en lo referente a la perspectiva.
Todo ello es especialmente evidente en este lienzo enorme (307 x 637 cm.) pintado para la iglesia de San Roque de Venecia. Una obra de 1549, en la que vemos al propio san Roque en acción, un santo de lo más venerado en la época ya que estaba relacionado con la curación de los enfermos de peste. Una enfermedad que había matado a miles de personas en Europa, y también a muchos artistas. Sin ir más lejos, en Venecia, Giorgione murió durante una de esas plagas.
En esta ocasión Tintoretto nos muestra al santo con sus atuendos de peregrino y dispuesto a sanar milagrosamente a un enfermo. Por cierto, las cotas de realismo a la hora de representar a los apestados son increíbles. No cabe duda que el artista estudió con cuidado lo relativo a esa terrible enfermedad, bien por tratados de medicina de la época o bien observando en persona a afectados. El caso es que consigue representar con mucho verismo todo el drama de sus posturas y gestos de dolor.
Todos esos enfermos los vemos distribuidos por la habitación y ordenados a partir de diagonales. Es una composición, que de alguna puede recordar a una de sus grandes obras: el Lavatorio de pies, pero ahora es mucho más recargada de personajes, y sobre todo más oscura, más dramática, dado el tema que trata y sobre todo su forma de hacerlo, por ese magnífico repertorio de cuerpos de enfermos, donde se ven a la perfección los efectos que dejaba la peste bubónica en aquellos años. Y es que otro de los valores añadidos del arte de Tintoretto, es que cuando pintaba escenas religiosas o mitológicas, era habitual que incluyera elementos de actualidad, de manera que gracias a sus cuadros se puede hacer una buen crónica de cómo era la vida en la Venecia de mediados y finales del siglo XVI.