Tumba de Hutten, Friedrich
La tumba de Hutten se trata de un óleo sobre lienzo realizado por el pintor romanticista Caspar Friedrich entre 1823 y 1824. Friedrich ha pasado a la historia como uno de los artistas más destacado de la pintura alemana; sus cuadros son completamente romántico, vinculados a la estética vigente en este periodo y de una gran calidad destacando sobre todo las pinturas de paisajes.
Así en su obra son prolíferas las representaciones ruinosas con las que se alude al paso del tiempo, la representación de figuras pequeñas en un entorno natural desmesurado para evocar la pequeñez del hombre dentro del mundo que lo rodea o el gusto por el pasado y el rechazo al mundo y la sociedad en la que el artista tuvo que vivir. Como buen romántico Friedrich vuelve continuamente los ojos hacia el pasado, sin embargo este artista pintó en algunas ocasiones cientos lienzos que, si bien no ocurre de una manera explícita, sí se pueden vincular con los acontecimientos políticos de su época. Así el artista realiza obras como Cazador en el bosque o La tumba en la cueva que evocan acontecimientos políticos –en este caso las guerras napoleónicas- de una manera explícita mientras que otras veces, su simbología resulta más intrincada como ocurre con La tumba de Hutten.
Friedrich pintó La tumba de Hutten cuando se cumplían trescientos años de la muerte del pensador y diez de la rebelión contra el Emperador. Hutten representó la lucha por la libertad religiosa en la Alemania renacentista; el pensador y literato era partidario de las ideas reformistas de Lutero y así lo plasmó en sus textos alentando al pueblo germano a luchar contra el papado romano.
Hutten representaba para Friedrich los primeros pasos del nacionalismo alemán y el espíritu de libertad del pueblo germano, por ello el artista decidió representar en este lienzo una tumba en homenaje del humanista. En realidad, cuando Friedrich pintó su obra no existía aún ninguna tumba que rindiera homenaje a Hutten por lo que el artista decidió utilizar los ruinosos restos arquitectónicos de un templo gótico semiderruido para colocarla en su interior.
En realidad, la arquitectura ha sido tomada de una obra anterior que el artista había pintado algunos años antes, Los restos del monasterio de Oybin. En el ábside poligonal del templo derruido se observa parte del paramento murario aún en pie; el muro aparece horadado por tres ventanales lancetadas que ya han perdido sus vidrieras. La naturaleza irrumpe insolente en medio de la arquitectura: en lo alto de los muros crecen musgos, un gran árbol asoma en la parte superior, los matorrales crecen donde antes había suelo… y en medio de la calma se levanta el sarcófago de Hutten. A su lado, un hombre vestido con el traje de Lützower Freikorps leyendo las inscripciones del sarcófago que en realidad, no son otra cosa que los nombres de algunos héroes germanos.
Todos estos elementos nos permiten considerar que el artista germano alza un grito a través de su obra para luchar contra la situación política de los años 20 igual que Hutten lo hiciera en su época.